La CSU se reconcilia con el CDU de Merkel, su socio en el Gobierno

Tras los resultados de las últimas elecciones regionales, el partido bávaro ha visto que el beneficiario de esa grieta no era otro que Alternativa para Alemania (AfD)

Horst Seehofer, durante el congreso de la CSU celebrado en Múnich REUTERS

ROSALÍA SÁNCHEZ

«La CDU no es el enemigo», repitió ayer una y otra vez Horst Seehofer, presidente de Baviera y líder de la Unión Socialcristiana (CSU), formación hermana de la CDU de Merkel. Tuvo que decirlo muchas veces para convencer a los suyos a lo largo del congreso de la CSU celebrado en Múnich, más que nada porque llevaba más de un año estrujando políticamente a la canciller alemana, hasta el punto de haberse convertido, en la práctica, en su peor opositor. Los resultados de las últimas elecciones regionales, sin embargo, parecen haber hecho caer al bávaro en la cuenta de que el beneficiario de esa grieta no es otro que Alternativa para Alemania (AfD), el partido xenófobo y de extrema derecha que se ha instalado por encima del 10% en las encuestas sobre las elecciones de 2017 y que ha causado un «movimiento tectónico» en el mapa político alemán. El peligro de un adelantamiento por la derecha ha llevado a Seehofer a reconstruir lo que él mismo había destruido con tanto empeño y a descubrir los puntos en común con el discurso de Merkel, como que «el número de entradas de solicitantes de asilo ha descendido ya considerablemente», y ha decidido poner el énfasis de sus reivindicaciones en que «Turquía no tiene lugar en la UE» , utilizando así el congreso para escenificar una reconciliación del centro derecha alemán de cara a las próximas generales.

«En todas las familias hay discusiones y es en familia como deben resolverse», zanjaba el expresidente de Baviera, Günther Beckstein, rechazando que este giro responda meramente de una posición pragmática y restando importancia al hecho de que Merkel no haya asistido a este congreso: «sencillamente, era necesario hablar de política de refugiados con toda franqueza y entre nosotros, de modo que la ausencia de la canciller nos ha evitado el tono protocolario».

Poner topes a los refugiados

El tono del congreso, sin embargo, ha sido el de una escena a regañadientes. Rara vez, en su larga carrera, había proclamado Seehofer un discurso tan lento y sin fuerza oratoria, cuarenta y cinco eternos minutos. Rara vez los delegados se habían mostrado tan mansos y los aplausos habían sonado con tanta sordina. Pero lo que cuentan son los porcentajes, no el tono, y lo que queda es que la moción que buscaba la retirada del apoyo a Angela Merkel, plateada por Thomas Schmitt y con duras críticas a la gestión de la crisis migratoria fue apoyada solamente por 16 delegados. En materia de refugiados, el programa del partido queda fjado en un documento de 41 páginas, este sí aprobado por el 88% de los votos, que apuesta por establecer topes a la llegada de peticionarios de asilo , eliminar la doble nacionalidad, poner límites claros a la influencia del islam y crear un Estado fuerte para hacer frente al terrorismo.

La cercanía de las elecciones también parece haber mitigado las pulsiones sucesorias en el interior de la CSU . Seehofer no solamente ha recuperado su amistad con Merkel, sino también son su ministro regional de Finanzas y principal rival dentro del partido, Markus Söder. «Yo cometo errores. Markus Söder también. Yo los he reconocido… a veces. Söder los ha reconocido… recientemente…. », bromeó Seehofer durante su discurso, «pero hay una cosa de la que podéis estar seguros: sobre nuestras diferencias, los dos ponemos siempre por delante los intereses de la CSU».

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