Claves de Latinoamerica
Las recientes fotos de los presidentes de Argentina y Brasil con Putin se vuelven en su contra
La izquierda no bolivariana rechaza la invasión, mientras Alberto Fernández y Nayib Bukele se «esconden»
Alberto Fernández y Jair Bolsonaro exhibieron sus fotos con Vladimir Putin como un trofeo. Si Emmanuel Macron fue humillado en las mismas fechas, obligado a sentarse al extremo de una mesa que le separaba enormemente de Putin , los presidentes de Argentina, en sus visitas a Moscú también de primeros de febrero, pudieron aparecer pegados físicamente al líder ruso. Lo que Fernández y Bolsonaro vendieron como un éxito en sus respectivos países, ahora se ha vuelto en su contra. Con Putin devenido mundialmente en un paria y la misma sociedad civil de muchas naciones mostrando espontáneamente su rechazo del mandatario ruso –desde actores a deportistas–, los máximos dirigentes de Argentina y Brasil asumen que fueron «utilizados» por Putin para mostrar estrechas alianzas bilaterales cuando él ya tenía ideado su ataque a Ucrania.
Pese a ello, Bolsonaro ha evitado condenar la acción rusa y, aunque asegura que Brasil mantiene la neutralidad, negó que exista una invasión, se mostró comprensivo sobre el separatismo del Donbás y ridiculizó a Ucrania. «Los ucranianos han elegido poner sus esperanzas en un comediante», dijo. El viernes, Brasil rechazó sumarse a una declaración de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que pedía la retirada de las tropas rusas. Horas más tarde, cuando a lo largo del día quedó en evidencia la magnitud de la agresión rusa y la consternación provocada en todo el mundo, Brasil acabó aceptando criticar la acción de Moscú en el Consejo de Seguridad de la ONU, del que es miembro de turno. Lo hizo después de intentar sin éxito que en la resolución se suprimiera la palabra «condena». Pero a pesar del voto del embajador brasileño ante la ONU, luego Bolsonaro ha dicho que es él quien fija la política exterior del país.
Por su parte, el presidente argentino ha preferido permanecer callado durante todo el fin de semana. Quien se ha pronunciado ha sido l a vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner , que en un ambiguo comunicado no quiso manifestarse sobre la invasión rusa. Simplemente alegó que en 2014, cuando Rusia incorporó Crimea, el Gobierno que ella entonces presidía apoyó la integridad territorial de Ucrania. Sin querer enemistarse ahora con Putin, Cristina Fernández dirigió los ataques hacia otro lado: el «doble estándar» de la comunidad internacional por no apoyar la reivindicación de Argentina sobre las Malvinas.
Reconocimiento de las repúblicas separatistas
Cuba y Nicaragua han seguido los pasos de Putin y han reconocido la independencia de las repúblicas fantasmas de Luhansk y Donetsk. Así lo anunció directamente el presidente Daniel Ortega; en el caso cubano la decisión fue difundida por el presidente de la Duma rusa tras su visita a la isla, si bien La Habana no se ha pronunciado públicamente al respecto. Es posible que también se una Venezuela, pues el régimen chavista ya reconoció en su día las independencias de Abjasia y Osetia del Sur. La separación de esos dos territorios de Georgia solo es reconocida por Nicaragua y Venezuela , además de por Rusia y una pequeña isla de Oceanía; en cambio, ninguno de ellos, salvo Rusia, acepta la independencia de Transnitria, territorio desgajado de Moldavia.
De hecho, Cuba, Nicaragua y Venezuela son los países que más interesan a Rusia como posible plataforma en el hemisferio occidental para crear inquietud a Estados Unidos en su propio 'patio trasero', inmiscuyéndose así en el Caribe como Washington se inmiscuye en Ucrania. Las autoridades rusas ya advirtieron de la posibilidad de construir bases militares en esos tres países , aunque de momento eso no se ha concretado en nada. En la medida en que Putin pueda tener más dificultades de llevar a cabo sus planes en el Este de Europa, mayor intención podría tener en vengarse de Estados Unidos actuando en el Caribe, con movimientos «técnicos y militares» como ya dijo en su amenaza a todos quienes se pusieran en su camino. Por otra parte, esos tres países p odrían dejar de recibir ayudas económicas de Moscú si la economía rusa se hunde .
Declaración de la OEA
Si bien Bolivia, que en política internacional forma muchas veces un bloque con los tres países acabados de mencionar, se ha puesto de perfil en esta crisis, el resto de los gobiernos de izquierda latinoamericanos han reaccionado con claridad ante la agresión llevada a cabo por Rusia. En Chile, el presidente electo Gabriel Boric, que jurará su cargo la próxima semana, condenó «la violación de su soberanía y el uso ilegitimo de la fuerza». También el México de López Obrador , el Perú de Pedro Castillo y la Honduras de Xiomara Castro su sumaron a la declaración de la OEA contra la ofensiva militar rusa. Esa declaración calificó la invasión de «ilegal, injustificada y no provocada», y la consideró «contraria a los principios de respeto a la soberanía y la integridad territorial, así como a la prohibición de la amenaza o el uso de la fuerza y a la resolución pacífica de las controversias».
Un caso especial está siendo el de El Salvador. Después de haber hecho una campaña para ridiculizar a Washington por advertir de una invasión que no se producía en las fechas que aseguraba la CIA, Nayib Bukele ha guardado silencio sobre el conflicto desde que comenzó la incursión rusa. Bukele se ha «escondido» como ha hecho el presidente argentino, pero en su caso existe un alineamiento con Moscú más justificado, pues su actitud hostil hacia Estados Unidos y su cultivado perfil de «hombre fuerte» le acercan a la persona de Putin.
El conflicto, no obstante, se presenta como algo lejano para la mayor parte de los países latinoamericanos, pues el comercio de todos ellos con Rusia y Ucrania es reducido. No compran gas ruso y el trigo ucraniano no es un producto de tradicional importación en la región, más dependiente del maíz. Los grandes productores agrícolas, en especial Brasil y Argentina, tienen interés en los fertilizantes de Rusia, aunque podrían reemplazarlos, ciertamente a más precio, pero es que el conflicto mismo va a encarecer muchos insumos a nivel global.
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