Rebelo de Sousa

Mi prioridad es garantizar la estabilidad política

El nuevo presidente de Portugal recibe a ABC en el Palacio de Belém

El nuevo presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa ZUMAPRESS

FRANCISCO CHACÓN

Diluvia en esta Lisboa melancólica que se aferra a la esperanza de lograr el equilibrio político bajo el mandato del nuevo presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa . Su papel no resulta fácil, pues le toca moderar al primer ministro socialista, Antonio Costa , para que no se deje arrastrar por sus socios de la izquierda radical.

El presidente Marcelo ha tomado el relevo del "Profesor Marcelo" gracias al apoyo mayoritario de la población en las pasadas elecciones del 24 de enero. Y ahora, en vísperas de su primer viaje oficial al Vaticano y a España este jueves 17 de marzo, recibe a ABC ("un gran periódico”, asegura) en el Palacio de Belém, cerca del emblemático Monasterio de los Jerónimos.

Así, se reunirá de nuevo con el Rey Felipe , quien acudió a su toma de posesión hace una semana en la capital del fado. “Un gesto que deseo agradecerle muy especialmente”, señala. Fue, sin duda, todo un refrendo para los excelentes vínculos de los que hacen gala ambos países.

¿Cuáles son sus prioridades para los cinco años que tiene por delante como presidente de los portugueses?

Mis prioridades son varias. Desde el punto de vista interno, crear las condiciones que garanticen la estabilidad política, que intentemos que no haya más crisis y que no se agrave la situación social. En segundo lugar, establecer un consenso entre los partidos y los agentes sociales porque la crisis que hemos vivido ha producido una menor cohesión social, un aumento del desempleo y también más emigración. En definitiva, se generó una mayor tensión social.

¿Y en cuanto a política exterior?

Quiero reforzar los lazos de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, algo que ya se reflejará en la nueva estrategia que se desplegará en la Cumbre de Brasil en junio. Nos unen vínculos históricos o culturales, sí, pero también económicos y sociales. Si hablamos de la Unión Europea, mi visión no es económica únicamente. Tiene que haber más solidaridad. También apoyaré la diplomacia económica y que se incremente el diálogo con el Magreb, así como las políticas de inclusión social. Y, por supuesto, apoyo totalmente la candidatura de Antonio Guterres como secretario general de la ONU [el histórico líder socialista que ha venido desempeñando la tarea de Alto Comisario de las Naciones Unidas para los Refugiados].

Debe usted ejercer entonces como una especie de árbitro…

Sí. Estoy aquí para pacificar y desdramatizar la sociedad portuguesa, para unirla. Lo que quiero es que el pueblo se aproxime a los políticos, que sea capaz de vencer su desconfianza hacia ellos. Porque hay desconfianza… y sospecha, sobre todo por parte de la juventud. Pero el presidente no es sólo un árbitro para garantizar la normalidad, también tiene otros poderes. Por ejemplo, en periodos de fuerte crisis política puede decidir la libre disolución del Parlamento. Espero no tener que hacer uso de esa potestad, naturalmente.

Su primer viaje oficial llega este jueves: por la mañana al Vaticano y por la tarde a Madrid. ¿Qué importancia tienen para usted las relaciones con España?

Existe una complicidad fraternal entre los dos países. La hay, desde luego, en términos económicos y también en otros muchos ámbitos. No podemos olvidar que un tercio de las exportaciones portuguesas va para España. Tampoco que el primer país para las exportaciones españolas es Portugal. El día de mi toma de posesión [el pasado 9 de marzo] ya dije que las relaciones que mantenemos son casi inmejorables. Pero la verdad es que siempre se puede ir a mejor.

¿A qué se refiere?

Me gustaría que se produjeran más intercambios culturales, más solidaridad entre las universidades y entre todos los centros de enseñanza, más cooperación en el mundo económico, en el sector financiero especialmente. En este sentido, creo que España ha tenido, tiene y tendrá una posición muy fuerte, pero que no puede ser exclusiva. Sé que España lo comprende muy bien. Y hay que tener en cuenta una circunstancia fundamental: la complicidad entre los dos países va mucho más allá de los gobiernos, es una complicidad de los dos Estados. Por ejemplo, en Portugal cambió recientemente el partido en el poder: ahora tenemos a los socialistas con el apoyo de los comunistas [cuyos diputados, como los del Bloco de Esquerda y los del PEV de signo ecologista, fueron los únicos que no se levantaron de sus asientos para aplaudir a Rebelo de Sousa en su puesta de largo para sustitur a Aníbal Cavaco Silva en el palacio presidencial].

¿Es el difícil fenómeno de la cohabitación lo que más le preocupa?

No creo que haya problemas en las relaciones con los socialistas. Cierto que se trata de un Gobierno en minoría política apoyado por una mayoría parlamentaria, pero eso es algo que se asume con total naturalidad en otros países europeos. Por eso pienso que tengo ante mí un panorama muy bueno.

¿Comentó estos pormenores con el Rey Felipe cuando se reunió con él siete días atrás? [Mantuvieron un encuentro privado, fuera de la agenda oficial, nada más finalizar los actos protocolarios matutinos y antes del concierto pop puesto en pie para dar la bienvenida a Rebelo de Sousa, con la participación de los cantantes portugueses Pedro Abrunhosa, Mariza y José Cid, así como del rapero angolano Anselmo Ralph, como símbolo de la concordia con las antiguas colonias.]

Quiero agradecerle muy especialmente a don Felipe su asistencia a mi toma de posesión. Lo considero un gran gesto por su parte. Ahí pudimos comprobar una vez más esa fraternidad de la que hablaba. Porque la complicidad se hace también basándose en la complicidad personal. Es una hermandad verdadera.

De hecho, usted respeta la tradición seguida por los anteriores presidentes de viajar a España una vez que se ha concretado su desembarco en el Palacio de Belém.

Mi primer viaje oficial se realiza este jueves. Primero al Vaticano, por la mañana, y después a Madrid por la tarde. ¿Por qué primero al Vaticano? Porque fue la primera entidad internacional que reconoció la independencia de Portugal en 1179. E inmediatamente después a España. Le recuerdo que de la primera cumbre hispanoportuguesa en democracia, celebrada en 1983 [Mario Soares y Felipe González sentaron las bases en Sintra, cerca de Lisboa, para que los dos países ingresaran a la par en la Unión Europea], salió la apertura de fronteras. Y, naturalmente, la primera frontera portuguesa en abrirse las 24 horas fue a España. ¡Cuánto hemos cambiado en estos más de 30 años!

Desde entonces, la presencia española en Portugal no ha dejado de crecer…

Esa presencia sigue siendo muy fuerte. Las relaciones bilaterales son constantes entre el Algarve y Andalucía, entre el Alentejo y Extremadura, entre Galicia y la región del Miño.

Hoy mismo se produce una votación parlamentaria de gran relevancia para Portugal, con el objetivo de refrendar definitivamente el Presupuesto de 2016, incluidas todas las modificaciones añadidas por el Gobierno de Antonio Costa a instancias de Bruselas.

Es una votación muy importante para el país. A partir de ahí, interpreto que caminamos hacia una progresiva estabilidad política. Porque se trata de que haya cada vez más cohesión social, económica y política. Yo soy el presidente de todos los portugueses, sin distinción de ideologías [fueron exactamente las mismas palabras que pronunció en la noche de su triunfo electoral].

Cavaco Silva ya convivió en su primer mandato con el Gobierno socialista de José Sócrates. Pero la gran diferencia es que ahora el PS se ha echado en brazos del flanco más izquierdista…

Aquella fue la primera vez que se produjo la cohabitación, pero la diferencia es que los socialistas gobiernan hoy gracias al sustento de los comunistas. Mi papel resulta…

¿Más difícil?

No sé si más difícil, pero desde luego sí más interesante. Le aseguro que no será el presidente un factor de inestabilidad en este país. Todo lo contrario. Y mi misión tendrá que ver con promulgar cuantas más leyes mejor, no en vetarlas.

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