Los rebeldes llegan a las puertas de Kabul
Cae Mazar-e-Sharif, la capital del norte de Afganistán, ya bajo pleno control talibán
El anuncio de un mensaje televisado de Ashraf Ghani a la nación encendió ayer las alarmas sobre una posible renuncia del presidente afgano. Todo lo contrario. Tras la pérdida del control de 21 de las 34 capitales de provincia del país, la última la estratégica Mazar-e-Sharif, y con los talibanes a las puertas de Kabul (ayer conquistaron Pul-e-Alam, capital de la provincia de Logar, a 70 kilómetros de Kabul), Ghani se puso ante las cámaras para anunciar que «he iniciado consultas», que «avanzan rápidamente», en el gobierno, con líderes políticos, socios internacionales, para encontrar «una solución política que aporte paz y estabilidad al pueblo afgano». Pese a que la mayor parte de ciudades caen sin apenas resistencia del Ejército, el máximo dirigente del país se mostró «orgulloso» de su papel.
Ghani no dimite, pero su poder apenas traspasa los muros del palacio presidencial. Sus palabras tampoco tienen efecto en una parte de la población en estado de pánico, ni en una economía en caída libre con los precios disparados y la moneda nacional perdiendo cada día valor ante el dólar. Sus dos gobernadores más fieles fueron los primeros en rendirse y pactar con los talibanes la entrega de sus provincias a cambio de una salida segura, su ministro de Economía, Jalid Payenda, presentó la dimisión y dejó el país y el presidente estadounidense, Joe Biden, no hace caso a su propuesta de exigir un alto el fuego a los talibanes a cambio de la formación de un gobierno de transición.
«Se ha quedado solo. Debe dimitir, no le queda otra salida, pero parece que se niega a reconocer la realidad de los hechos», advierte Torhek Farhadi, exasesor de Hamid Karzai para quien Ghani se ha convertido en «una figura polarizadora». El exministro de Economía, Omar Zakhilwal, recurrió a las redes sociales para lamentar que «miles de soldados se rinden sin pelear porque han decidido que no merece la pena morir por Ghani».
A la espera de la batalla por Kabul, Mazar-e-Sharif, segunda ciudad del país y principal punto comercial del norte, era el objetivo inmediato de unos talibanes que por la noche lanzaron una gran operación que se hizo con el control de la ciudad, según informaron Reuters y France Presse. Las milicias leales a Abdul Rashid Dostum y Atta Muhammad Noor, dos señores de la guerra de la vieja Alianza del Norte, eran los únicos encargados de la defensa. Pocos dudan de que la caída de Mazar-e-Sharif es el primer paso de la caída de una Kabul a la que cada vez llegan más desplazados y de la que cada vez huyen más internacionales, caso de las misiones diplomáticas de Dinamarca, Finlandia, Noruega o España, que ayer aceleraban la salida.
Con un Ejército desaparecido, los señores de la guerra son el último recurso del Gobierno de Kabul, pero como se vio en Herat a comienzos de semana con Ismael Khan, el conocido como ‘León’, tampoco son capaces de grandes gestas sin el apoyo aéreo estadounidense. Khan tuvo que rendirse y ahora está en manos de la insurgencia, un camino que pueden seguir Dostum y Noor si no optan antes por huir a Uzbekistán.
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