ALERTA MÁXIMA EN BRUSELAS
«La realidad no es tan grave como lo que se ve desde fuera»
Residentes españoles en Bruselas relatan su vida en una ciudad que parece que estuviera en guerra
La oscense Almudena Pano Villalba lleva cinco años en Bruselas. Vino a estudiar y ya tiene una niña nacida aquí con la que ayer se atrevió a dar un paseo aprovechando que salió el sol en un día frío y pesado: «Ha sido muy raro no ver el mercado en Saint-Gilles», el barrio donde vive. «No vas a quedarte en casa sin hacer absolutamente nada. Estudio en la facultad de Bellas Artes, en pleno centro, y si hubiera estado abierta habría ido, aunque como también han cerrado las guarderías ni me lo he llegado a pensar». Su marido regenta una de las cafeterías más populares del barrio, «y aunque nos dijeron que no era una zona de riesgo decidimos cerrar a las 8 ó 9 de la noche. Por la mañana nos reunimos con todo el equipo y estuvimos de acuerdo en seguir abiertos, aunque también dejando claro que si hay alguien que se siente incómodo se puede quedar en casa».
A Almudena muchos conocidos le envían mensajes desde España preguntando si está bien, «pero les tengo que decir que me pasa como a ellos: este es un barrio tranquilo y si no fuera por internet no me enteraría de nada. Toda la intranquilidad viene de las noticias». Algo parecido le pasa a Carolina Sancho Moyano, barcelonesa de 34 años, que está en Bruselas buscando trabajo y que vive en el centro entre la Grand Place y el barrio de Molenbeek . «Lo que más me inquieta es pensar en la familia que está sufriendo viendo las noticias y todo eso. Cuando me llaman yo les digo que estén tranquilos, que hay que mirar la situación con respeto pero sin estar aterrorizado. En el día a día por ahora no lo noto demasiado, pero yo nunca había vivido una cosa así. Esto es algo serio». Animosa, Carolina dice que pese a todo es «positiva y pienso que si la gente no hiciera caso se podría producir un desastre. Pero yo no me paso la vida dentro de casa, hago vida normal sin mayor preocupación».
Perplejidad
Pablo Guerrero (un año y medio en Bruselas, 39 años) trabaja como informático para la Comisión y, aunque por su profesión parezca una contradicción no usa redes sociales, así que «me enteré de que pasaba algo porque está la calle llena de militares y policías. Pero nadie explica bien a qué se debe. Sinceramente, no sé para qué sirven los tanques para impedir un ataque terrorista».
Hace dos meses que vino a Bruselas para hacer su Erasmus la toledana Paloma García Consuegra y como es natural esto es «algo que no me esperaba». Ella, al contrario que Pablo Guerrero, se ha enterado de todo a través de Twitter, «en especial por las comunicaciones oficiales de la policía. Sigo el Twitter de la policía española y el plato de los gatos de la policía belga me ha hecho mucha gracia tienen mucho sentido del humor». Ahora ella usa los mismos medios para «tranquilizar a la familia, para decirles que es menos lo que pasa en realidad que lo que se puede estar viendo desde fuera».