Ramón Pérez-Maura - HORIZONTE
La OMS al servicio de China
La organización aceptó sin discutir las cifras de China que han resultado falsas
El pasado viernes China reconoció por primera vez que había dado unas cifras que no eran correctas. Así, admitieron que el número oficial de muertos en la ciudad de Wuhan, donde empezó el virus, era en realidad un 50% superior a lo que se había dicho hasta ahora. ¿Cómo es posible que la Organización Mundial de la Salud (OMS), que hizo un informe con especialistas sobre el terreno, no fuese capaz de detectar tamaño error? La realidad empieza a filtrarse y como ha explicado Hinnerk Feldwisch-Drentrup («How WHO Became China’s Coronavirus Accomplice» Foreign Policy, 02-04-2020) los expertos de la OMS no visitaron China hasta finales de enero. Hasta entonces estuvieron dando por buenos todos los informes y cifras que daba el régimen chino que el 22 de enero seguía negando que hubiera razones para una emergencia sanitaria internacional. De hecho la declaración por la OMS de la pandemia no se hizo hasta el 11 de marzo a pesar de que la expansión global ya se había producido semanas antes.
En el informe publicado por la OMS en febrero sobre su visita a China se llega a decir que China ha evitado o retrasado la aparición de cientos de miles de casos y protegido a la comunidad internacional «creando una primera línea de defensa más fuerte contra la diseminación internacional». No está claro si los autores del informe eran científicos o profetas iluminados. Porque lo que está claro es que la OMS acepta sin discutir las cifras que da China. ¿Cómo puede establecerse así una estrategia efectiva? Después de eso la OMS ha estado haciendo una campaña de propaganda internacional presentando en positivo las acciones chinas, ocultando sus errores e ignorando el alto coste humano y económico creado por China. Pero lo que sí sabemos a ciencia cierta es que el epidemiólogo que encabezó la primera misión de la OMS a Wuhan, Bruce Aylward, reconoció que no se les permitió hablar con gentes que sostuvieran más que la tesis oficial. No hubo ni una declaración discrepante. Aylward explicó que muchos chinos les dijeron que todos habían sufrido un ataque juntos y, por tanto debían reaccionar con unidad.
Claro que toda esta actuación de la OMS se entiende mucho mejor cuando vemos la relación de su director general con Pekín. El etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus llegó al cargo el 1 de julio de 2017 de la mano de China. Anteriormente había sido ministro de Exteriores de Etiopía entre 2012 y 2016, cargo al que llegó desde el de ministro de Salud en el que había tenido un desempeño francamente mejorable. Durante los años que ocupó ese Ministerio (2005-2012) Etiopía tuvo epidemias de cólera en 2006, 2009 y 2011. No parece que la experiencia le ayudara mucho a mejorar su desempeño. Etiopía era gobernada por un régimen comunista sostenido en buena medida por China, que durante el mandato de Tedros en Exteriores, recibió préstamos y proyectos de infraestructura por valor de miles de millones de dólares. La elección de Tedro en la OMS fue promovida por la Organización para la Unidad Africana (OUA) que en los últimos años China ha convertido en un instrumento de su poder en África. Poco más de tres meses después de su toma de posesión, el 18 de octubre de 2017, Tedros anunció el nombramiento de uno de los mayores tiranos de África, Robert Mugabe, como «Embajador de buena voluntad» de la OMS. Claro, Mugabe Presidía la OUA cuando Tedros se convirtió en el candidato de la organización a dirigir la OMS. Fue tal el escándalo que se organizó, que cuatro días después Tedros tuvo que anular el nombramiento de Mugabe.
Así que la decisión de Donald Trump de cortar la financiación que ofrece EE.UU. a la OMS puede resultar sorprendente, y ciertamente no contribuye a primera vista a la buena imagen internacional de esta Administración norteamericana. Pero vista en este contexto, puede tener bastante sentido. Si a ello añadimos las declaraciones del premio Nobel Luc Montagnier, que se atreve a decir que el virus fue creado en los laboratorios de Wuhan, el escenario se empieza a entender mejor. Y recordemos que Montagnier ¡vive en Pekín! Hace falta estar muy seguro de esa afirmación para atreverse a hacerla desde China.
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