Ramón Pérez-Maura - HORIZONTE
De la farsa a la ópera bufa
Lo sucedido ayer es una prueba más de la crisis constitucional del Reino Unido. La cuestión ahora es cómo salir de este galimatías
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Cada vez resulta más evidente que el objetivo de los contrarios al acuerdo del Gobierno británico con la Comisión Europea no es ni supervisar su cumplimiento, como dicen unos, ni impedir su descarrilamiento, como aseguran otros. De lo que se trata aquí es de impedir el acuerdo para ver si así el Reino Unido se queda en la Unión Europea. Porque hemos llegado a un punto en que el que cumple los pactos con la Unión Europea es Boris Johnson y quien los incumple son los que llamaban remainers, los supuestamente partidarios de Europa.
El Gobierno quiso que ayer se debatiese el acuerdo firmado la pasada semana. El sábado se empezó a debatir sobre él al hilo de la enmienda Letwin, pero la aprobación de ésta interrumpió el debate. El Gobierno pretendía que eso se terminase ayer. Pero el speaker John Bercow no permitió que se hiciese invocando una antigua norma del Parlamento que impide que se debata dos veces la misma moción en una sesión. Lo que retrasa una vez más la aprobación. Bercow se puso tan estupendo que afirmó que, según el reglamento, el Gobierno podría volver a presentar la misma moción si las circunstancias fueran diferentes. Y el Gobierno argumenta que lo son porque Johnson ha pedido una prórroga. Pero para él eso no es una circunstancia diferente, sino un simple desarrollo del proceso, mientras que las circunstancias son las mismas. Así que otro día perdido sin avanzar en el proceso de salida.
Lo sucedido ayer en el Parlamento es una prueba más de la crisis constitucional del Reino Unido. Éste es un país en el que el Gabinete gobierna con el Parlamento. No es el Parlamento el que gobierna. El speaker de la Cámara, John Bercow, ha subvertido esa parte de la Constitución y hasta ahora le ha salido bastante bien. Ayer estuvo largo tiempo negando la palabra al líder de la Cámara, Jacob Rees-Mogg, que es quien en verdad debe decidir el orden del día y Bercow ejecutarlo. Y en un gesto que demostró un partidismo nunca antes visto en una persona en su cargo, desveló una carta privada que le había enviado Rees-Mogg cuando era diputado raso felicitándole por haber hecho algo similar a lo que hizo ayer negando al Gobierno el debate de su ley.
Esto ya no es una farsa de Shakespeare. Es una opereta bufa. Como las italianas que tanto desprecian los británicos estirados.