¿Pueden tener los aeropuertos europeos tanta seguridad como los de Israel?
El volumen de pasajeros de los aeropuertos de Madrid o París hace impensable aplicar medidas de El Al como las entrevistas a los viajeros
Tras el último ataque terrorista de Bruselas, Europa vuelve a reabrir el debate sobre la necesidad de incrementar la seguridad de sus aeropuertos con el fin de evitar nuevos atentados. Si bien los controles existentes en los aeropuertos europeos son contemplados por muchos pasajeros como excesivos, la realidad es que en otras zonas del mundo las medidas son incluso mucho más estrictas. Así, en Oriente Próximo resultan habituales los controles con detectores de metales y escáneres en la misma puerta del aeropuerto, una norma que, por ejemplo, no se aplica en ningún aeropuerto español.
Pero si existe un referente en materia de seguridad aérea ese es el aeropuerto Ben Gurion , en Tel Aviv. Ningún avión de la compañía aérea israelí, El Al , ha sufrido un ataque terrorista en los últimos treinta años. Fueron además funcionarios israelíes quienes advirtieron precisamente a Bélgica de “serias deficiencias” en el sistema de seguridad preventivo y de control del aeropuerto de Zaventem antes del atentado del pasado marzo.
¿Cuáles son los motivos de este éxito? En primer lugar, los controles comienzan antes de llegar al recinto, en la misma carretera por la que se accede a las distintas terminales. De considerarlo oportuno los miembros de seguridad pueden solicitar la documentación de los pasajeros o que el vehículo sea registrado. Los equipajes son igualmente revisados en el momento de entrar al aeropuerto. Una vez dentro, el modelo de seguridad israelí se basa más en el propio pasajero, su perfil psicológico y origen , que en su equipaje, una táctica que se ha demostrado efectiva pero que implica horas, al tiempo que ha sido calificada en ocasiones de “racista”. Antes de facturar, el personal israelí entrevista a cada una de las personas que viaja , y si estima que alguna puede suponer un peligro potencial es interrogada en una sala aparte donde también se registra su equipaje. En el transcurso de la conversación, larga y repetitiva para algunos viajeros (no son pocos los que han perdido el avión por este motivo), se buscan especialmente las contradicciones en las que el pasajero pueda incurrir y se muestra un especial interés por los viajes realizados a países árabes . Superado el paso, se obtiene la tarjeta de embarque y vienen sucesivos controles del equipaje y del pasaporte.
Si bien es evidente que el sistema de seguridad israelí va por delante del de muchos aeropuertos europeos, cuenta además para ello con recursos ilimitados por parte del gobierno, lo cierto es que varios de los ataques cometidos en aeropuertos en la última década han tenido lugar en espacios públicos en los que cualquiera puede entrar con una maleta sin ser registrado. Una amenaza que podría afrontarse con más personal y mayor planificación. Mucho más complicado parece implementar otras medidas como las entrevistas realizadas por los israelíes por una simple cuestión numérica: si en 2015 el aeropuerto de Ben Gurion tuvo un tráfico de 16 millones de pasajeros, el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas alcanzó los 46,8 millones y Charles de Gaulle en París los 65,8.