«El proceso a Álvaro Uribe es un montaje judicial por ser el muro de contención de la izquierda radical»
El abogado Abelardo de la Espriella denuncia la politización de la Justicia en Colombia y califica el acuerdo de paz con las FARC como «el mayor lavado de dinero del mundo»
Abelardo de la Espriella, uno de los abogados más conocidos de Colombia, defiende al expresidente Álvaro Uribe Vélez en diferentes asuntos legales y es un acérrimo defensor de su política frente a «la izquierda radical», que a su juicio domina hoy día la Justicia del país. De la Espriella, que cuenta con oficinas en varias ciudades colombianas, en Miami y próximamente también en Europa, conversó con ABC durante una reciente visita a Madrid acerca de la indagatoria a Uribe del próximo 8 de octubre por las acusaciones de manipular a testigos, así como del actual momento que atraviesa el proceso de paz con las FARC.
¿Qué se juega Colombia el día 8 de octubre?
Álvaro Uribe Vélez es el hombre más importante de la política colombiana, ha sido el muro de contención que ha evitado que la izquierda radical tome el poder. Como no ha permitido que la izquierda haga de las suyas, le han enfilado todas las baterías para destruirlo moral, personal e incluso físicamente, siendo víctima de muchos atentados. Además, está siendo perseguido judicialmente en ese método perverso de la izquierda radical de aplicar todas las formas de lucha: cuando no pueden acabar con una persona por la vía física, lo hacen por la vía moral con un proceso judicial. Es un proceso completamente injusto: Uribe denunció a un reconocido amigo de la subversión y de la izquierda radical, el senador Iván Cepeda, cuyo padre fue representante de un partido cercano a las FARC, por visitar a presos en Colombia y en el exterior para montar un proceso judicial contra Uribe, y la Corte Suprema decidió archivar el caso y abrírselo al denunciante, Uribe. Ese proceso lo impulsa el magistrado José Luis Barceló, que ha manifestado públicamente su odio por el presidente Uribe y es un miembro militante de la izquierda. Colombia se juega con el proceso los restos de su credibilidad e institucionalidad, es una prueba de fuego para la Justicia y el país. Ya veremos si la Justicia sigue igual de politizada y si quieren hacer de la aplicación del Derecho un mecanismo de venganza o van a actuar correctamente y precluir ese proceso absurdo en contra del presidente Uribe.
Está acusado de soborno y fraude procesal por supuestamente manipular testigos. ¿Cómo va a probar su defensa que no fue así?
Es lo más absurdo, hay más de 21.000 interceptaciones al presidente Uribe. Son claras, no permiten interpretación alguna. En las grabaciones, Uribe le pide a un equipo de abogados que hagan el trabajo contactando a los testigos para que declaren cómo el senador Cepeda y otros miembros de la izquierda radical fueron a solicitarles que enlodasen al presidente Uribe sin que esto fuera cierto, y ofreciendo beneficios por ello. Las grabaciones están ahí, son públicas, cualquiera se puede percatar de que ahí no hay una orden, una sugerencia para que se haga algo ilegal, al margen de la ley, o para alterar un testimonio. Nunca ha pedido que se haga nada distinto a como manda la ley. Es un hombre honrado y decente al con el que la izquierda ha querido acabar porque no ha permitido que tome el poder. Podía estar disfrutando de un plácido retiro, pero está dando la pelea por Colombia, porque es un patriota y le duele nuestro país. Si no fuera por Uribe, hoy Petro sería presidente de la República y Colombia estaría recorriendo un camino muy similar al que llevó a Venezuela al desastre. Ese proceso es un montaje judicial orquestado por la izquierda radical y magistrados como José Luis Barceló, exmagistardo, militante y rabioso detractor de Álvaro Uribe.
«Si no fuera por Uribe, hoy Petro sería presidente de la República y Colombia estaría en un camino muy similar al que llevó a Venezuela al desastre»
¿El testigo Juan Guillermo Monsalve no recibió mensajes y visitas, como se ha denunciado?
Monsalve recibió visitas y propuestas de Iván Cepeda y otros miembros de la izquierda. Pero ha declarado sobre unos hechos queriendo parecer desmovilizado o miembro de las «autodefensas» [grupos paramilitares], cuando en esa propia fuerza irregular no fue reconocido como tal y además las fechas de las que habla no coinciden, porque era muy niño en el momento de los supuestos hechos de la finca Guacharacas, propiedad de la familia de Uribe. Hay una serie de inconsistencias en su testimonio. Por supuesto, está comprado por la izquierda y dirá lo que sea, cobra por eso. Es un bandido redomado. Nunca se le fue a ofrecer absolutamente nada. El doctor Diego Cadena, otro abogado del presidente Uribe, le fue a decir que declarara sobre los ofrecimientos de Iván Cepeda y otros para declarar de manera mentirosa contra Uribe, pero nunca se le ofreció nada. El abogado de una persona que quiera defenderse, ejerciendo su derecho, puede solicitar a alguien que declare a su favor; lo que no puede hacer es pedirle que mienta o que cambie los hechos. Hay otros testigos que sí han contado la verdad: cómo les ofrecieron y pagaron para que declararan en contra de Álvaro Uribe sin tener conocimiento de hechos que involucraran al presidente Uribe en asuntos delictuales. Es decir, buscaban actores de una obra para inculpar a un inocente ofreciéndoles beneficios.
Usted sostiene que la Justicia en Colombia se ha politizado. ¿Por qué? Eso habría sucedido durante los mandatos de Uribe...
La Justicia en Colombia se ha politizado mucho hacia la izquierda. Viene de mucho tiempo atrás, pero se exacerbó durante los gobiernos de Uribe, porque representa una fuerza decisoria en Colombia que va en contravía de los intereses de la izquierda radical. Representa los valores democráticos, la institucionalidad, y eso a la izquierda no le interesa, le interesa el caos. Parte de esa izquierda está enquistada en nuestro aparato judicial y sus fallos están direccionados por decisiones políticas y no por pruebas y hechos jurídicos, sino por tendencias ideológicas. Eso sucedió en España, con Baltasar Garzón, que hacía política con sus fallos. De esos tenemos muchos en Colombia. Pero luego se les cae la máscara y resulta que son unos mercenarios, no son jueces, y esos son los que atacan a Álvaro Uribe Vélez, cuyo único delito ha sido amar sin medida a Colombia. Es el gran patriota de Colombia.
Además, Uribe y sus seguidores hemos sido opositores al mal llamado proceso de paz con las FARC, que no fue más que el mayor proceso de lavado de dinero del mundo, el lavado de los recursos de esa organización narcoterrorista. Fue un arrodillamiento de la institucionalidad, se le entregaron toda suerte de gabelas sin nada a cambio, sin reparación de las víctimas. Saltaron del monte al Congreso de la República con curules [escaños] regalados. Es como si los criminales de ETA llegaran de la noche a la mañana al Parlamento español sin haber pagado sus culpas. Y eso se lo están cobrando. Su oposición al proceso y a la Justicia Especial para la Paz, que no es sino un tribunal montado para beneficiar a las FARC en todo y perseguir a quienes piensan distinto a la izquierda radical. Es un tribunal de la impunidad para las FARC.
«Uribe es un demócrata que considera que el monopolio de las armas debe estar en manos del Estado. Nunca traspasó línea alguna»
Este proceso tiene que ver también con el fenómeno del paramilitarismo. Uribe hizo bandera de su lucha contra los grupos armados, pero ¿traspasó en algún momento la línea roja de la legalidad?
El presidente Uribe no conoce personalmente a ninguno de los miembros o exmiembros de las Autodefensas Unidas de Colombia. Nadie que haya pertenecido a esa organización ha dicho que se viera nunca con Uribe. Jamás, en casi 40 años de vida política, tuvo contacto con miembros de las «autodefensas». Hizo un proceso de paz con ellos en el que se comprometieron, y se creó una ley para ello, a pagar de ocho a diez años de prisión. Eso nunca se dio en otro proceso en el que la contraparte no fue vencida. Solo ahora están saliendo [de prisión]. Y a los que siguieron delinquiendo, los extraditó a Estados Unidos. No creo que, si hubiera una alianza con el paramilitarismo como la que quiere endilgar la izquierda a Uribe, se habría atrevido a hacer lo que hizo: lo desmontó, los encarceló, los extraditó e hizo que se indemnizara a las víctimas. Nada de eso se ha logrado con las FARC. El presidente Uribe es un demócrata que considera que el monopolio de las armas debe estar en cabeza del Estado. Son tan delincuentes unos como los otros, los paramilitares y la guerrilla; nadie que se levante en armas y pretenda subvertir la legalidad puede ser considerado un salvador. Uribe nunca traspasó línea alguna. Para la izquierda radical, Timochenko y demás miembros de las FARC, que son unos asesinos de la peor condición, son unos próceres y Uribe un criminal de lesa humanidad, sin que medie una sentencia en contra de él. Colombia era un país inviable hasta que Uribe llegó. Es la lógica del absurdo. Esa es la izquierda colombiana.
¿Qué alternativa había al proceso de paz para lograr el final de las FARC?
No estamos en contra del proceso de paz como tal, sino de cómo se hizo. No tiene presentación que criminales de lesa humanidad no paguen siquiera penas alternativas. Nunca pedimos que los cabecillas de las FARC se pudrieran en una mazmorra. Nadie se desmoviliza sin perder la guerra como para que ese sea su fin. Lo único que pedíamos era un equilibrio que no existió. Están en el Congreso. Acaba de tomar posesión como senador un señor que fue el autor de la masacre de Bojayá, en la que mataron a niños dentro de una iglesia tirando cilindros bomba. No perdieron la guerra, pero tampoco la ganaron, como para que el Estado les entregue todo sin nada a cambio. Proponíamos penas alternativas, que no necesariamente tenían que ser en una cárcel, reparación a las víctimas, que entregaran el dinero fruto de tantos años de actividad ilegal, y solo han entregado una bicoca que no sirve para reparar a nadie, se han burlado de las víctimas. No se puede hacer un proceso de paz fundamentado en la injusticia, porque genera más guerra, había que buscar un equilibrio.
Además, con un megáfono montado en una caja de cerveza, Uribe recorrió el país, promoviendo el no contra el referéndum sobre el acuerdo con las FARC y, contra todo pronóstico, ganó el no, y esa decisión mayoritaria fue desconocida por el gobierno de Juan Manuel Santos, lo que evidencia que los acuerdos son ilegales y espúreos.
Hay dos eventos que han hecho mucho daño a Colombia: el narcotráfico y el proceso de paz con las FARC, porque el mensaje para nuestros niños es que ser criminal paga y que cuanto más criminal seas, más beneficios puedes obtener. Y eso de que los acuerdos son intocables es mentira, se pueden modificar por las mismas vías en que se estructuraron.
«Márquez y Santrich nunca entregaron las armas. Que de la noche a la mañana fueran decentes es como que una meretriz sea una gran dama al salir del puticlub»
Ahora han anunciado la vuelta a las armas Iván Márquez, Jesús Santrich…
Es que nunca las entregaron. Aquí se parte de un supuesto falso, no sé si porque la gente es incauta o porque hay algo de cinismo: creer que personas que han cruzado ciertas barreras tienen retorno es absurdo. Alguien que ha violado a un niño o ha matado a mujeres ha cruzado una frontera que no tiene retorno. Creer que esa gente que ha narcotraficado y ha puesto bombas, de la noche a la mañana va a ser decente es como creer que una meretriz que sale de un puticlub de la noche a la mañana puede ser una gran dama o una respetable señora. Son delincuentes profesionales, es su modo de vida, nunca dejaron las armas.
La izquierda colombiana es tan comemierda que también acusa a Uribe de eso. Resulta que están pedidos en extradición y tienen un proceso de narcotráfico iniciado por la DEA [Agencia antidroga de Estados Unidos]. Santrich fue grabado en vídeo hablando de un alijo de cocaína que iba a ser enviado a Estados Unidos, y ahora la culpa es de Uribe y los que nos opusimos al proceso de paz. Santrich y Márquez no están en el monte porque quiso Uribe, sino porque les salió un proceso por delinquir, por hacer lo que saben hacer. Esas armas estaban guardadas, nunca se entregaron a la ONU. Esta es una bella oportunidad para dar de baja a este par de bandidos, espero que terminen igual que Raúl Reyes y el Mono Jojoy, en un ataúd, que es lo que se merecen.
¿Qué papel tiene en esto el chavismo y Nicolás Maduro?
Venezuela ha sido la guarida de la subversión colombiana. De no haber sido por la existencia del régimen chavista, Uribe habría acabado con todos los jefes de la guerrilla. Ellos que dicen que nosotros somos guerristas, es lo contrario, los que ponen a hacer la guerra son ellos. Todos esos barrigones, jefes de la guerrilla, hace años que no disparan un fusil. Ellos son unos vocingleros de vídeo, pero no imagino a Iván Márquez y a esos gordos, que además están viejos, en primera línea de batalla. Ellos mandan a unos muchachos humildes a dar la batalla, que son los que mueren en enfrentamientos con la fuerza pública mientras ellos se esconden en Venezuela, se escondían con Chávez y ahora con Maduro. Si son tan valientes, por qué no dan la guerra ellos. Para Colombia ha sido un desastre la existencia del régimen chavista, allí andan como Pedro por su casa, como personajes ilustres protegidos por el régimen.
«Venezuela ha sido la guarida de la subversión colombiana, allí se escondían los jefes de la guerrilla con Chávez y se esconden ahora con Maduro»
¿La alianza con el ELN es una novedad?
No es ninguna novedad, es un trato entre delincuentes. Hace rato que la lucha ideológica perdió su norte; es un tema de negocios. ¿A quién se le ocurría que la delincuencia de Márquez y Santrich iba a dejar el negocio más próspero, el narcotráfico? Pasamos de 50.000 hectáreas con Uribe a 250.000 con Santos. Jamás la delincuencia colombiana habían tenido tanto dinero y poder. Todos confluyen en ese negocio y se reparten las zonas. Son carteles, no guerrillas.
Por último, ¿cómo ve usted el mandato del actual presidente, Iván Duque?
Digamos que recibió una empresa quebrada, con los empleados en huelga, sin luz ni agua, con la nevera vacía y el saldo en rojo en las cuentas. Un país absolutamente descuadernado. Juan Manuel Santos ferió el país. Hoy están saliendo a la luz todos los temas de corrupción: Odebrecht, Cemex… La corrupción de Santos dejó arruinado al Estado colombiano. Solo en publicidad en los medios para que le taparan sus cochinadas se gastaron cerca de 100 millones de euros el primer año. El presidente Iván Duque es un hombre correcto, decente, inteligente y bienintencionado. Le ha tocado muy difícil, pero está teniendo progresos muy importantes a nivel económico. A mi juicio, debe afinar un poco más el tema de la seguridad y otros aspectos, pero llevamos apenas un año. Pasamos de tener a un delincuente en la Presidencia a tener a un hombre decente y bienintencionado, cuyo único propósito es sacar a Colombia del atolladero en que lo encontró.
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