Estados Unidos
Las primarias demócratas giran al centro ante la polarización
Tras la primera irrupción de los más radicales, los moderados repuntan
Durante buena parte de este año, el clima en el partido demócrata mostraba un empuje creciente de la corriente izquierdista. La oposición a Donald Trump inauguraba el año con una mayoría en la Cámara de Representantes gracias a las elecciones legislativas de 2018 que le permitía convertir a la cámara baja en el azote del presidente. Entre los nuevos legisladores, un grupo de jóvenes mujeres izquierdistas - Alexandria Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib, Ilhan Omar y Ayanna Pressley , a las que Trump y los republicanos llaman con desprecio «The Squad», «El Escuadrón»- sentaba el tono del partido, con propuestas sociales muy ambiciosas y retórica combativa contra el presidente y sus aliados.
Las primarias del partido, que decidirán quién es el nominado para enfrentarse a Trump en su reelección el año que viene , se contagiaron de ese clima. En los primeros debates, bueno parte de los candidatos parecían luchar por ver quién presentaba propuesta más izquierdistas. El principal candidato moderado -y favorito-, el ex vicepresidente Joe Biden , se estrellaba en los debates y su liderato inicial en las encuestas se deterioraba. El resto de centristas parecían irrelevantes. Al mismo tiempo, una de las candidatas izquierdistas, Elizabeth Warren , ascendía en las encuestas hasta coronar una de ellas a mediados de octubre. Warren y el otro gran candidato izquierdista, Bernie Sanders , acumulaban cerca del 40% de los apoyos.
En el cierre del año, sin embargo, las primarias han oscilado al centro: a las puertas de la celebración de las primeras primarias - arrancan en febrero en Iowa - los candidatos moderados ganan peso y las posiciones centristas infectan el debate. El giro puede explicarse por varios factores, pero es indiscutible que sucede ante una creciente polarización de la política estadounidense, con el clímax de la votación en la Cámara de Representantes de la semana pasada que convirtió a Trump en el tercer presidente de la historia del país en someterse a un impeachment o juicio político para su recusación.
La oscilación tiene que ver, por un lado, con que el electorado demócrata es más moderado de lo que aparenta el tono de los líderes del partido. La polarización de la política estadounidense, cuyo origen algunos sitúan en el último impeachmennt, el de Bill Clinton en 1998, ha provocado que haya menos moderados en ambos partidos. Sin embargo, es más evidente entre los republicanos: casi tres cuartas partes se declaran conservadores, según los datos de Gallup, frente a algo más de la mitad de los demócratas, que se declaran progresistas. Es un cambio respecto a hace dos décadas, cuando la mayoría de los demócratas se consideraban moderados, pero sigue habiendo más posiciones centristas que en el otro lado del espectro ideológico.
De hecho, en una encuesta del año pasado, también de Gallup, justo después de las elecciones legislativas, el 54% de los demócratas preferían que su partido oscilara hacia posiciones más centristas , mientras que el 41% optaba por pivotar a posiciones más de izquierda (en el caso de los republicanos, la mayoría, un 57%, quería que el partido se moviera más a la derecha). La presencia de moderados e independientes es todavía más importante en estados bisagra, aquellos en los que Trump ganó por la mínima -Michigan, Wisconsin, Florida- y donde las propuestas izquierdistas pueden ser menos atractivas.
La visceralidad mostrada por la clase política en el impeachment a Trump -una grieta entre partidos que parece insalvable- ha podido beneficiar a los candidatos moderados, que pueden ser percibidos por parte del electorado demócrata como una mejor opción frente a la combatividad de los izquierdistas, que propusieron la recusación de Trump desde que entró por la puerta de la Casa Blanca. La realidad es que, en las últimas semanas, Joe Biden ha solidificado su liderado en las encuestas. La semana pasada lo acompañó de su mejor desempeño en un debate hasta la fecha, mostrándose, en una de sus mejores intervenciones, como alguien capaz de trabajar con los republicanos. A su lado, un candidato centrista improbable, el joven Pete Buttigieg, ha cogido la delantera en las primarias de Iowa y se ha convertido en el centro de los ataques de izquierdistas como Warren. La irrupción del multimillonario Michael Bloomberg en las primarias es otra demostración de la confianza en que el electorado apostará finalmente por opciones centristas. Bloomberg lleva mucho retraso en la carrera electoral, pero ha conseguido ganar posiciones a golpe de cartera y si consigue buenos resultados en primarias con muchos delegados -como California- podría convertirse en alternativa.
El giro centrista se ha sentido también en los candidatos izquierdistas. Warren, que defendió con fiereza su propuesta de una sanidad pública gratuita, ha cedido en estas pretensiones y ahora habla más de defender Obamacare por el momento. Al final, las primarias se definirán por una pregunta sencilla, que tiene que ver con quién será capaz de derrotar a Trump. ¿Alguien que movilice al electorado con propuestas revolucionarias y ambiciosas? ¿O alguien que sume una coalición con moderados e independientes? Por el momento, parece que se impone la segunda opción.
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