El preso que no quiere ser libre

Robert R., de 64 años, fue condenado por el Tribunal Regional de Düsseldorf por robar bancos a 9 años de prisión en 2002, y ha hecho de esa sentencia una forma de vida por la que está dispuesto a luchar

Imagen de archivo de una cárcel sevillana EFE

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La libertad está sobrevalorada. Al menos eso es lo que piensa Robert R. , de 64 años de edad, condenado por el Tribunal Regional de Düsseldorf por robar bancos a 9 años de prisión en 2002 y que ha hecho de esa sentencia una forma de vida por la que está dispuesto a luchar. Después de cumplir íntegramente su condena en una cárcel de Aquisgrán, en una celda individual de 13 metros cuadrados con televisión, equipo de música y una pequeña biblioteca, y compartiendo comedor y gimnasio con el resto de los convictos, pidió una prolongación de su estancia alegando no estar preparado para enfrentarse a la vida en libertad, según ha informado Bild Zeitung. En 2013, ante la inminente excarcelación, dirigió un escrito a las autoridades carcelarias explicando que, sin trabajo y con las escasas ayudas sociales del programa Hartz IV a las que se sentía destinado, quedaría abocado de nuevo a la vida delictiva , por lo que solicitaba su permanencia en prisión. Para entonces ya no era considerado un «peligro público» , como estableció la sentencia por robo, y evidentemente no había riesgo de fuga, por lo que se le concedían permisos diarios para salir a tomar café o al cine, a la espera de que su particular expediente fuera recorriendo las sucesivas instancias, un caso lento dado que no existían precedentes.

Finalmente, el pasado 7 de mayo quedó establecido que no había «grandes riesgos reconocibles» de peligro de reincidencia, de manera que en abril fue excarcelado contra su voluntad , para pasar a vivir en el domicilio de una novia que se había echado en su tercer grado carcelario. No fue ese, sin embargo, el final de su historia penitenciaria. Tras consultar a un abogado se presentó con la maleta en la puerta de la prisión pidiendo ser readmitido . Tras timbrar en el telefonillo de la puerta dijo a través del comunicador: soy un ladrón de bancos, por favor déjenme entrar. Y una vez ante el jefe de la prisión explicó que se amparaba en el Artículo 61 de la Ley de Garantía de Depósitos de Seguridad Renania Norte- Westfalia. De acuerdo con el texto, los alojamientos anteriores pueden reanudarse «si el objetivo del procedimiento anterior está en riesgo». Su caso vuelve a ser estudiado. « Si es necesario, les aseguro que robaré otro banco », explica su determinación a permanecer en la cárcel, «ya no se cómo explicarles que ¡no quiero ser libre! ».

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