Portugal, del fado a la euforia

Todo el país se echa a la calle para celebrar su primer título internacional

Aficionados portugueses durante la retransmisión del partido EFE

Francisco Chacón

Portugal se echó a las calles sin dudarlo . Pitido final y todo el mundo a gritar, que por algo han pasado 12 años de aquella final perdida en Lisboa en 2004. Ahora todo aquel fado queda atrás definitivamente y la selección inyecta una fuerte dosis de optimismo a un país no precisamente sobrado de alegría.

El equipo articulado por Fernando Santos alrededor de la gran categoría de Cristiano Ronaldo y del empuje de Renato Sanches o Joao Mário encendió la mecha de la euforia en la sufrida población , demasiado acostumbrada a agachar la cabeza, cuando no a emigrar para buscarse la vida. Lisboa es un hervidero de gritos , banderas rojiverdes, vehículos desatados, gentes cantando en los balcones… del Barrio Alto a la Alfama, pasando por la Mouraria y el Chiado.

La noche se preveía larga y la policía cerró al tráfico las calles más céntricas : desde el Tereiro do Paço, epicentro de la Eurocopa con su pantalla gigante junto al Océano Atlántico, hasta la Avenida da Liberdade, pasando por la Baixa, Rossio y Restauradores, punto neurálgico de la ciudad y comparable a la Puerta del Sol.

«¡¡¡Por fiiiiiiiiiiiiinnn!!!», proclamaban los miles de aficionados, ávidos de celebrar su primer título internacional , tan costoso como que la victoria sólo se fraguó a golpe de tesón.

Los habitualmente tranquilos domingos en la capital del país se transformaron en una locura colectiva prolongada en numerosos rincones de Oporto, Braga, Guimaraes, Évora, Faro, Bragança o los enclaves isleños de Madeira y las Azores. Todo Portugal creyó en una victoria que sólo se puso en peligro en el momento en que CR7 se lesionó . Pero ni así se rindió la selección.

Los hinchas elevaron su fe para que pudiera desembocar felizmente en una explosión de júbilo . No había tiempo que perder en la calurosa madrugada, mecida por ciertas rachas de viento fresco en Lisboa mientras los litros de cerveza se consumían sin mesura . Fuimos testigos de que un grupo radicales quemó una bandera francesa y de que las ambulancias circulaban con una intensidad fuera de lo normal.

El tono festivo, eso sí, presidió las conmemoraciones mientras se veían c orrillos de amigos extasiados ante las pantallas de televisión con la Copa de campeones en primer plano.

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