De Portugal a España: recelo ayer, cercanía hoy

La propuesta del alcalde de Oporto para unir los dos países bajo el nombre de Iberloux destapa que los vecinos ya no desconfían entre sí y creen en la alianza como vía de futuro

Foto de archivo de 1913: armas aprehendidas por la guardia civil a los monárquicos portugueses cerca de la frontera portuguesa BODMER
Francisco Chacón

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Mientras se estrechan cada vez más los lazos comerciales entre Portugal y España , como demuestra el etiquetado bilingüe en cientos de productos presentes en los supermercados, llega el alcalde de Oporto, Rui Moreira , y lanza una propuesta que ha tenido eco a este lado de la frontera: ¿por qué no una traslación del Benelux al sur de Europa? Iberolux, esa es la denominación que sugiere para su idea de Unión Ibérica… siempre bajo el paraguas de una unión mayor, la europea.

Su planteamiento no descubre ningún deseo nuevo, mucho más cuando decenas de personas cruzan del norte de Trás-os-Montes a los bordes de Galicia para poner en práctica su salto diario entre dos países. Igualmente lo saben esos ciudadanos que viven, por ejemplo, en Tuy y se plantan en territorio luso con tan solo cruzar un puente.

O sea, el germen está ahí e incluso hay empresarios gallegos que se desplazan con el fin de aprovechar las ventajas fiscales que les ofrecen las instituciones portuguesas.

Moreira conoce el terreno que pisa y ha querido ir más allá aprovechando que los viejos recelos anexionistas que asolaban Portugal respecto a ese vecino cuatro veces mayor solo persisten hoy en el baúl de los recuerdos .

Cierto que un refrán alusivo continúa en la memoria colectiva de los habitantes lusos, aquel que dice: «de España, nem bom vento nem bom casamento», pero ahora lo recuperan con una sonrisa en los labios. «Ni buen viento» hace referencia a que el aire procedente del interior montañoso de Castilla o Galicia suele ser frío o molesto.

«Ni buen viento ni buen casamiento»

La segunda parte del proverbio, «ni buen casamiento», está tomada de las consecuencias que tuvieron algunos matrimonios de las dinastías de las dos naciones.

Pero, claro, el resquemor más acusado se produjo cuando en los dos lugares coincidieron sendas dictaduras. La de Salazar, con el triste récord de ser la más larga de Europa, nunca terminó de fiarse de Franco y su bastón de mando en sintonía con los alemanes. Ahí se fraguó la «teoría de la conspiración» alimentada por documentos que testimonian los planes de invasión terrestre con columnas militares hacia Lisboa.

Hasta el punto de que la diferencia horaria existente entre Portugal y España hunde sus raíces en ese convulso periodo, pues no puede olvidarse que Salazar declinó adoptar la misma franja temporal con tal de mostrar incluso ahí que no se fiaba de la confluencia ocasional entre Franco y Hitler.

Lo que está claro es que, llámese Iberolux o de cualquier otra forma, si un día se plasmara una unión política España-Portugal estaríamos ante un mercado potencial de casi 60 millones de personas, agregando los 10.800.000 habitantes en suelo luso a los 46,7 millones del otro lado de la frontera. Ese es el principal motor que impulsó al minoritario Partido Ibérico, una formación que nació como ‘rara avis’ y, con el paso del tiempo, ha evidenciado altas dosis de sensatez política.

«Siempre creí, desde que los dos países tienen democracias, que deberíamos tener un Iberolux, como un Benelux», dijo Rui Moreira en declaraciones a una agencia de noticias cuya sede central está en Madrid. Fue poco antes de alabar la conveniencia de «una estrategia coordinada» para dejar atrás «muchos años en los que vivimos de espaldas, con enormes sospechas y desconfianzas».

Más palabras del alcalde de Oporto (no adscrito al Partido Socialista ni a los conservadores, aunque su candidatura independiente se sustentara en el pasado sobre el apoyo de unos y de otros de forma alterna) en la misma línea: «Hoy la unión entre nuestras ciudades es obvia y hablamos un idioma que no es el mismo, pero nos entendemos». Se refiere al híbrido conocido como ‘portuñol’, mezcla espontánea de las lenguas de Camoes y de Cervantes. Una amalgama verbal que, en realidad, no nació por estos lares sino en la zona comprendida entre Brasil y Uruguay.

Como la realidad va por delante de los proyectos políticos, faltan menos de dos meses para que la aerolínea TAP ponga en marcha el primer puente aéreo de Lisboa a Madrid, con la flexibilidad que implica a la hora de coger el primer vuelo disponible. Antes del verano, su idea es inaugurar otra iniciativa similar con salida y llegada en Oporto.

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