La Policía alemana cree que Madeleine McCann pudo ser forzada en un zulo

Hallan unas muñecas de madera en una mazmorra en casa de Christian Brueckner, el principal sospechoso, mientras el comisario portugués Gonçalo Amaral sigue apuntando a los padres de la niña británica

La Policía sale de un jardín en Hannovar que registraron en relación con el caso de Madeleine McCann EFE / ABC Multimedia
Francisco Chacón

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Una mazmorra de tres metros de profundidad en la anterior casa del principal sospechoso de la desaparición de Madeleine McCann constituye el escondite donde la Policía alemana sospecha que Christian Brueckner cometió algunas de sus fechorías e incluso abusos sexuales a la niña británica desaparecida en el Algarve en 2007.

El misterio no parece tener fin, aunque los agentes han visto indicios que podrían estrechar el cerco. Así, el hallazgo de unas muñecas de madera un tanto deterioradas y unas lámparas pueden ser la señal de que la encerraba en la trampilla para satisfacer sus deseos.

Además, se trata de un material un poco extraño porque las luces tienen forma de hada y parecen más bien grotescas, lo cual indicaría que Brueckner intentaba tal vez crear una determinada atmósfera.

Las fuerzas policiales germanas tienen el convencimiento de que el agujero, ubicado en medio del domicilio, era el escenario donde él pudo 'jugar' con esta y otras menores, porque los expedientes de los investigadores lo sitúan como un individuo con antecedentes.

Pero no ha tardado en salir a la palestra el comisario portugués Gonçalo Amaral , quien se hizo cargo de las pesquisas y estuvo al mando durante los primeros años. Lo hizo para volver a apuntar el dedo hacia los padres de Maddie , algo que precisamente le había costado la expulsión del caso.

Ahora suele salir en la televisión lusa en ocasiones y no desaprovecha la oportunidad de arremeter contra los detectives alemanes que van en la dirección de probar la culpabilidad de Christian Brueckner.

La pequeña Madeleine McCann Reuters

Los giros son constantes en este asunto tan oscuro , plagado de contradicciones, como cuando una testigo reveló en la RTP, la televisión pública de Portugal, que estaba «segura» de haber visto a Madeleine McCann en un supermercado de Galé, cerca de Praia da Luz, el rincón del Algarve en el que la niña se esfumó de la habitación del hotel donde sus padres la habían dejado para irse a cenar.

«Fue hace tres o cuatro años y era ella, lo sé. Vi detrás de mí, en la cola para pagar, a una adolescente hablando en alemán con otra. Me volví, miré y reconocí a la niña por la mancha que presentaba en un ojo [producto de un coloboma ocular], porque me había fijado en ese detalle cuando veía las noticias sobre el caso en las televisiones», señaló la mujer, que comprendía el idioma germano.

Catorce años de misterio

Ya son 14 los años que hace que la pequeña desapareció en el sur de Portugal, un caso que cada vez se complica más. A las investigaciones de la Policía lusa y de Scotland Yard , se le sumó el creciente protagonismo de los cuerpos de seguridad alemanes, toda vez que saltó al primer plano el sospechoso Christian Brueckner, que residía en la ciudad de Hannover.

El hombre germano se encontraba acampado en una autocaravana al lado de donde se alojaba la familia McCann en Praia da Luz, y de ahí que interviniera en los hechos, de acuerdo con los agentes de su país.

Para colmo, Brueckner le confesó a un amigo que le fascinaba el relato sobre el arquitecto austriaco Josef Fritzl , quien violó sistemáticamente a su hija en una mazmorra donde la tenía encerrada. Nada menos que 24 años duró el calvario de la menor, víctima del conocido como ' monstruo de Amstetten '. Por tal razón, pudo quizá imitar el desarrollo de los acontecimientos.

No contento con semejante obsesión morbosa, el sospechoso construyó un habitáculo en la parte trasera del inmueble de Seelze, aprovechando el espacio del jardín, y hoy los investigadores se concentran ahí, en vista de que pudo haberlo utilizado para mantener cautiva a Maddie. Estamos ante una línea de investigación completamente distinta a la que preside los trabajos de sus colegas lusos e ingleses: que la menor fue, probablemente, asesinada.

Desde Londres, no obstante, surgen de cuando en cuando algunos indicios que alientan la teoría de que está viva, tal vez nada casual tratándose del país donde se asientan los padres. Una pareja cuya existencia está volcada en todo lo que rodea al espinoso asunto, aunque su comportamiento ha resultado algo errático a lo largo de todos estos años.

Tanto es así que la Policía Judicial del Algarve lanzó en su día la suposición de que el matrimonio jugaba un papel 'demasiado' ambiguo, una hipótesis que inundó las páginas del libro alusivo publicado por el citado comisario Gonçalo Amaral.

Kate y Gerry McCann se esfuerzan en proteger la privacidad de sus otros dos hijos: los mellizos Sean y Amélie, así llamada porque les encantaba la película francesa del mismo nombre. Ellos tenían solo dos años cuando su hermana mayor desapareció de manera fulminante y sin dejar rastro, como si se hubiera evaporado. La intriga permanece y el paso de los años no la termina de despejar. ¿Hasta cuándo?

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