Un polémico museo para recordar el Estado Novo, el periodo de la dictadura en Portugal

El proyecto ha levantado un fuerte rechazo entre quienes creen que se trata de una afrenta a la democracia y que desencadenará romerías para homenajear al tirano Antonio Salazar

Nicolás Franco, hermano de Francisco Francisco (derecha), y Antonio Salazar firman un acuerdo de amistad y no agresión entre España y Portugal ABC
Francisco Chacón

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Portugal vive con polémica los planes de construcción de un Museo del Estado Novo en Santa Comba Dao y el asunto ha llegado esta misma semana a la comisión parlamentaria de Cultura, que tomó en cuenta una petición de la Unión de Resistentes Antifascistas Portugueses firmada por 11.000 personas en contra de la obra. Entre los argumentos que esgrimen, destaca el rechazo a que desemboque en «una nueva romería de Fátima» para recordar al dictador.

El alcalde de Santa Comba Dao , el socialista Leonel Gouveia, ha subrayado repetidas veces que en ningún momento se ha pretendido fundar el Museo Salazar , de ahí que la corporación municipal optara por denominarlo Museo del Estado Novo. La meta es priorizar el retrato de un periodo histórico de Portugal, con la exclusión de todo tipo de loas a la figura del déspota. La idea es explotar el centro con fines turísticos, pero la izquierda ve con suspicacia el proyecto. «Se trata de una afrenta a la democracia y a los valores consagrados en la Constitución, además de una ofensa a la memoria de las víctimas de la dictadura», explica un portavoz del Partido Comunista. La polémica dio pie a un primer manifiesto de repulsa al museo, rubricado por más de 200 intelectuales y expresos políticos, que llegaron a enviar una carta al primer ministro, António Costa , para frenar semejantes planes.

El mandatario socialista no tardó en contestar que «puede ser útil como centro de interpretación de un periodo de nuestra historia», mientras que uno de los coordinadores científicos del proyecto, Joao Paulo Avelas Nunes, terció en el asunto con las siguientes palabras: «Se equivocan los que piensan que se va a realizar una apología del Estado Novo. Se sentirán desilusionados y molestos porque en absoluto va a ser ningún mausoleo».

Lo que está claro es que, 50 años después de la muerte de Salazar, a nadie se le pasa por la cabeza en el país vecino trasladar su sencilla tumba, pues descansa junto a sus padres en el cementerio de Vimieiro.

Reclamo turístico con fines pedagógicos

Su austero mandato se vio prolongado por un ostracismo posterior que tiene su origen en dos razones principales: no llegó al poder tras una guerra civil, con lo cual no arrancó en una nación dividida, y la Revolución de los Claveles no destapó ninguna clase de nacionalismo, ni moderada ni beligerante.

Así, en este Portugal de moda, las noticias acerca de remover y trasladar los restos de un dictador que gobernó con mano de hierro llegan desde España, una circunstancia que les resulta curiosa.

El horizonte, por tanto, vislumbra una salvación turística para los habitantes de Santa Comba Dao con el fin pedagógico añadido de ser útil a quien se proponga documentarse acerca de la dictadura de Salazar.

No puede olvidarse que el dictador portugués, azote de los disidentes a través de su temida policía política PIDE, autorizó el tránsito de la ayuda concedida por Hitler y Mussolini a España. Y acogió con los brazos abiertos a Nicolás Franco , el hermanísimo, en su papel de embajador en Lisboa.

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