El plan del Gobierno británico para evitar que Trump hable ante su Parlamento
La invitación de la Reina Isabel II al presidente de EE.UU. sigue adelante a pesar de las protestas, pero se intentará limitar su exposición pública para no inflamarlas de nuevo
La visita del presidente de Estados Unidos al Reino Unido, en contestación a la invitación realizada por la Reina Isabel II , es una patata caliente para el Gobierno británico. Si ya en 2016, antes de convertirse en el líder del país más poderoso del mundo, 500.000 personas firmaron una petición para que no se le dejara entrar al país (tras asegurar que cuando fuera presidente prohibiría la entrada a EE.UU. de musulmanes); ahora esta cifra se ha multiplicado por tres reclamando que sea suspendida tras la firma de la orden ejecutiva que prohibía la entrada a EE.UU. de ciudadanos de siete países musulmanes, por motivos de seguridad nacional. (Orden que ha sido tumbada por los jueces)
Precisamente la firma de dicha orden tuvo lugar horas después de la visita de la primera ministra británica Theresa May a Washington -fue la primera mandataria extranjera recibida por Trump en la Casa Blanca-. Durante la rueda de prensa conjunta, la premier anunció la invitación de la monarca inglesa a Trump. Lo que no imaginaba May es que, de regreso a casa, muchos conciudadanos no verían con buenos ojos dicho viaje. A pesar del más de millón y medio de firmas pidiendo la suspensión, May aseguró que este se mantendría.
Al rechazo del viaje, se sumó, por parte de algunos diputados -como el Presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow -, la oposición a que Trump hablara ante los comunes y los lores reunidos de manera solemne en el Westminster Hall , un acto protocolario habitual de las visitas de Estado, y algo que han hecho varios antecesores de Trump, como Ronald Reagan, Bill Clinton y Barack Obama.
A la vista de que el compromiso del viaje es ya inamovible, lo único que puede hacer el Gobierno británico es diseñar un plan que no crispe de nuevo los ánimos de parte del país, manteniendo a Trump lejos de cualquier acto político público. De ahí, que se esté organizando su visita, según desvela el diario británico The Guardian, entre finales de agosto y principios de septiembre, justo antes de que comience de nuevo el curso político tras el descanso estival. Es la excusa perfecta para saltarse la intervención poco deseada de Trump. Según realata el diario, se trataría al parecer de una visita de cuatro días, de jueves a domingo, en la que se procuparía que el mandatario de EE.UU. estuviera el menor tiempo posible en Londres. La intención es exponerle lo menos posible a la mirada pública, restrigida también por fuertes medidas de seguridad, y que no reavive las protestas.
Visita a Escocia
Otro de los puntos de la agenda es cómo y dónde se encontrará Trump con su anfitriona, la soberana Isabel II y su marido, el Duque de Edimburgo, que por esas fechas estarán veraneando en Balmoral, en Escocia. Los funcionarios británicos consideran el castillo de Windsor un lugar más apropiado y más resguardado de las posibles protestas que el Palacio de Buckingham.
Además, al ser Escocia un lugar familiar para el presidente de EE.UU., pues su madre, Mary McLeod, nació en la isla de Lewis , no se descarta que Trump quiera realizar una visita a este lugar. También podría acercarse a alguno de los dos campos de golf de los que es propietario.
Según fuentes de Westminster, este plan estaría siendo discutido actualmente entre el Gobierno británico, el Palacio de Buckingham y la Casa Blanca.
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