Pedro Rodríguez - DE LEJOS

¿Paz y libertad?

La República Popular China olvida en su 70º aniversario el altísimo precio de su transformación

Pedro Rodríguez

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La fábrica del mundo ha celebrado este primero de octubre el 70º aniversario de la proclamación de la República Popular China por parte de Mao Zedong. Aquella histórica declaración –emitida y recreada con todo el simbolismo del mundo desde la Puerta de Tiananmén, antesala de la Ciudad Prohibida en Pekín– sirvió para escenificar la ya inevitable victoria de los comunistas sobre los nacionalistas del Kuomintang en una contumaz guerra civil que, en paralelo a la invasión japonesa, se prolongó entre 1927 y 1949.

Para celebrar la ocasión, que coincide con el pulso económico con Estados Unidos y Hong Kong convertido en una especie de Berlín Occidental, el régimen ha organizado un masivo desfile «cívico-militar» ante Xi Jinping, su inevitable líder supremo. La puesta en escena oficial se ha centrado en presentar a China no solo como una historia de formidable éxito económico sino también como una imparable gran potencia más asertiva que nunca en sus aspiraciones hegemónicas.

En el complejo balance de estas siete décadas, sin duda existen logros. Después de casi dos siglos de humillantes injerencias internacionales y debilitantes enfrentamientos internos, la República Popular de China ha pasado de ser una agraria sociedad feudal a la segunda potencia del mundo tras EE.UU. Y ha permitido a la mayoría de sus 1.400 millones de habitantes disfrutar de la creciente prosperidad generada por su mezcolanza de Karl Marx y Adam Smith en una suerte de capitalismo de amiguetes.

Sin embargo, la promesa formulada por Mao en Tiananmén de construir una nación amante de la paz y de la libertad resulta claramente incumplida. El régimen de Xi Jinping, aprovechando las últimas tecnologías, es cada vez más opresor de disidentes y minorías. Y la beligerancia que demuestra China, en detrimento de la soberanía de sus vecinos, preocupa tanto dentro como fuera de Asia. La República Popular China –con su mezcla de mercantilismo en lo económico, autoritarismo en lo político y nacionalismo en lo ideológico– se olvida en su 70º aniversario del altísimo precio pagado por su transformación.

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