Pedro Rodríguez

Del latín al inglés

El cohecho se convierte en la principal justificación para un impeachment contra Trump

Pedro Rodríguez

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Resulta que la palabra «impeachment» viene del latín impedicare, que significar impedir y se deriva de pes, pedis por aquello de tener a alguien cogido por los pies. Hasta ahora, la mayoría del Partido Demócrata en la Cámara Baja creía que tenía al presidente de Estados Unidos bien cogido por su infame quid pro quo, cada vez más confirmado en la trama de Ucrania. Donde el quid sería la retenida ayuda militar americana por valor de 391 millones de dólares para el gobierno de Kiev. Y el quo, la información ventajosa que las autoridades ucranianas pudieran facilitar de cara a las presidenciales del 2020.

Sin embargo, como ha dicho el propio Trump «yo no hablo latín». Y es que las sutilezas delictivas de «algo a cambio de algo» han demostrado tener un limitado recorrido ante la opinión pública americana. Además de no hacer mella en el Partido Republicano, que por ahora ha cerrado filas en torno al presidente.

Es por esto que los demócratas están dejando a marchas forzadas el latín y se están pasando al inglés dieciochesco de la Constitución de 1787, que en su artículo segundo, sección cuarta, establece de forma explícita: «El Presidente, el Vicepresidente y todos los funcionarios civiles de los Estados Unidos serán separados de sus cargos al ser acusados y declarados culpables en Juicio Político, de traición, cohecho u otros delitos y faltas graves».

De ahí que bribery, el cohecho, se esté convirtiendo en la principal justificación para formalizar un «impeachment» contra Trump. Según Adam Schiff, el demócrata que preside la Comisión de Inteligencia de la Cámara Baja en el centro de la pesquisa parlamentaria, «si el presidente abusó de su poder e invitó a la interferencia extranjera en nuestras elecciones, si buscó condicionar, coaccionar, extorsionar o sobornar a un aliado... dependerá de nosotros decidir si esos actos son compatibles con su cargo».

Al fin y al cabo, todo el mundo entiende demasiado bien el lenguaje universal de la corrupción. Lo del pastuqui no requiere de muchas traducciones.

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