Pedro Rodríguez - DE LEJOS
Cultura o liderazgo
¿Por qué Estados Unidos ha perdido tan dolorosamente la batalla contra el coronavirus?
Este mes de julio en Estados Unidos empieza a parecerse demasiado a marzo. Los negocios vuelven a cerrar, los planes para la nueva normalidad descarrilan y los hospitales quedan desbordados mientras el coronavirus se multiplica de forma descontrolada. El martes se superó la plusmarca de 65.000 nuevos casos y 900 fallecimientos, cimentando el temor a que lo peor está todavía por llegar.
La anticipada segunda oleada no ha esperado al otoño. Con un crecimiento exponencial por casi todo el país, la Covid-19 lleva camino de cobrarse 140.000 vidas. Cifra que para las elecciones de noviembre podría elevarse a un cuarto de millón de muertos. Lejos de aplanarse, la curva de contagios empieza a agotar la disponibilidad de cuidados intensivos. Por no hablar de la misión imposible de resucitar la economía americana en estas condiciones.
Para intentar explicar esta dolorosa derrota se buscan razones tanto en el liderazgo como en la cultura de Estados Unidos. Aunque la situación es más que preocupante, una parte de la sociedad parece haber decidido pasar página. Ese individualismo tan americano, con su punto de egoísmo frente a lo público, ha chocado con una crisis sanitaria que, a falta de vacuna, exige grandes sacrificios colectivos por el bien común.
La politización de la pandemia tampoco ha ayudado. En un país obsesionado con la libertad, rayando a veces lo libertario, ha prosperado con facilidad el prejuicio contra los confinamientos y las mascarillas. Como si estas medidas fueran antiamericanas o liberticidas. La búsqueda de atajos ha convertido los sacrificados realizados en inútiles, con Texas a la cabeza de la chulería populista reduciendo el periodo de cuarentena a menos de un mes.
La lista de explicaciones también debería incluir la disfuncionalidad del sistema federal cuando la Casa Blanca y los Estados se contradicen, el puzle de múltiples jurisdicciones y las carencias de un sistema sanitario tan mercantilizado. Sin olvidar, el liderazgo ejercido por el presidente Trump. Primero negacionista y luego negligente, siempre incompatible con lo que se espera de un país avanzado.