Pedro Rodríguez - DE LEJOS
«It's complicated»
Los primeros votos de las elecciones del 2020 pueden aclarar (o confundir) el pulso por la Casa Blanca
«Caucus» (plural «caucuses») es un nombre y un verbo pero, sobre todo, se trata de un ejercicio de democracia participativa como sacado de «La Casa de la Pradera». Durante buena parte de la historia de Estados Unidos, el proceso de nominaciones presidenciales estuvo controlado con bastante opacidad por los aparatos de los partidos hasta que empezó a democratizarse como consecuencia de los grandes cambios políticos destilados en la traumática década de los años sesenta.
La primera parada del calendario de primarias siempre pasa por las asambleas populares celebradas en los 99 condados de Iowa. Los «caucuses» que celebra el Partido Demócrata siguen unas reglas mucho más complicadas y públicas en comparación a los republicanos. Congregados en casi 1.700 precintos, los seguidores de cada candidato se congregan por grupos afines. Los que no reciben el respaldo de un 15% de los reunidos son eliminados. Pero con la opción de regatear para que aquellos participantes «huérfanos» puedan alinearse con otros grupos viables para sumar delegados en la convención nacional del partido.
Se supone que en la gélida noche electoral de Iowa debería empezar a aclararse quién será el candidato demócrata que competirá contra Donald Trump en noviembre de 2020. Sin embargo, este año todo es un poco más complicado. Las encuestas dan como favorito, tanto en Iowa como en la siguiente parada de New Hampshire, al senador Bernie Sanders, un auto-declarado socialista aunque más bien habría que catalogarlo como un populista de izquierdas.
La tradición del Partido Demócrata marca que el candidato que se impone las primarias en Iowa y New Hampshire termina ganando la nominación presidencial. Lo que sitúa a los votantes demócratas ante un doble dilema: experiencia vs. excitación y moderados vs. progresistas. Por un lado, votar por el aspirante que más emocione o atender al pragmatismo de respaldar al que tenga más probabilidades en noviembre frente a Trump. Y por otro, decantarse entre un partidario de una drástica transformación o un candidato políticamente más tradicional pero capaz de construir consensos bipartidistas.