Pedro Rodríguez - DE LEJOS
Bidenomics
Tras el masivo rescate presupuestario de Estados Unidos, llega la hora de subir impuestos
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«Go big or go home» es una expresión muy americana que se podría traducir como «o todo o nada» y que también sirve para describir el masivo esfuerzo presupuestario realizado por Estados Unidos para hacer frente a las devastadoras consecuencias económicas de la pandemia. ... El recién aprobado paquete de rescate por valor de 1,9 billones de dólares supone que desde diciembre la mayor economía del mundo ha invertido en sí misma casi 3 billones de dólares, lo que supone un 14% de su PIB pre-covid.
Estas cifras confirman que las consideraciones de equilibrio fiscal y austeridad presupuestaria ya no se están aplicando en Washington. Desde el comienzo de la crisis sanitaria hace un año, EE.UU. se ha gastado 6 billones de dólares. Magnitud que no se puede comparar con ninguna otra economía avanzada, incluido el conjunto de la Unión Europea. Como resultado, se han aparcado los peores augurios sobre el crecimiento de la economía americana e incluso se empieza a especular sobre una preocupante divergencia en el ritmo de recuperación a ambas orillas del Atlántico.
Todo este giro socialdemócrata ha generado en los polarizados EE.UU. unos niveles excepcionales de popularidad, solo comparables a los de la pizza. Sin embargo, no hay respiro en el acelerado calendario político americano. Ya que la Administración Biden se prepara para la mayor subida de impuestos desde la era de Bill Clinton en 1993 con el fin de hacer frente a un segundo paquete de recuperación concentrado en infraestructura, cambio climático y creación de empleo.
Ya se sabe que cuando los estadounidenses discuten sobre fiscalidad, como llevan haciendo desde hace más dos siglos, en el fondo discuten sobre el tamaño del Estado y lo público. Durante la campaña, Biden ha insistido en que solamente subirá la presión fiscal de grandes empresas e individuos con rentas superiores a lo 400.000 dólares anuales. Lo que en la práctica significará que el recorte de impuestos logrado por Trump en 2017, valorado en 2 billones de dólares durante una década, se convertirá en permanente por lo menos para las rentas medias y bajas.
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