Las patatas fritas vuelven a los McDonald's venezolanos 10 meses después a un precio prohibitivo
«Los clientes han estado llegando muy emocionados. Pero cuando les dicen el precio, no tanto», dice un cajero de la cadena de comida rápida, que retiró uno de sus productos estrellas por el problema de escasez que azota al país
La escasez ha azotado de tal manera a Venezuela que hasta dejó al país sin patatas fritas en sus McDonald's. Diez meses después de la decisión de la multinacional estadounidense, la marca volverá a tener sus clásicas patatas y además asegura que están elaboradas en Venezuela. McDonald's Venezuela sus clásicas patatas
« Llega a McDonald's un nuevo sabor hecho aquí que te encantará», indicaba en su perfil de Twitter junto a una imagen de las patatas. Como informa AP en Caracas , la franquicia lanzó su campaña publicitaria el pasado lunes, incluyendo una cuenta atrás en las redes sociales así como grandes pancartas en las que invitaba a los clientes a dejar atrás la yuca frita. Esta y otras alternativas fueron ofrecidas por McDonald's tras la retirada de las patatas hace diez meses, lo que irritó a los consumidores. Ahora les insta a degustar uno de sus productos estrella.
«Los clientes han estado llegando muy emocionados. Pero cuando les dicen el precio, no tanto», dijo a AP un cajero de la cadena de comida rápida. El precio de las patatas oscilan de los 64 centavos del precio del mercado negro de Venezuela, hasta los 79 dólares de los índices oficiales más altos del país.
Todas las patatas que se consumían entonces en los locales de McDonald's de Latinoamérica provenían de Argentina, Canadá o Estados Unidos , según informó a Reuters la directora de Comunicaciones Corporativas de la compañía, Sonia Ruseler, quien declinó confirmar si la escasez se debía a un problema cambiario.
En los últimos años las operaciones de grandes trasnacionales en sectores como el automotriz, la medicina o el alimentario se han reducido, o incluso detenido, ante la falta de divisas extranjeras, administradas a través de un control de cambios que los empresarios denuncian como «lento y poco eficiente».
