Con protestas de Italia y la UE, el Parlamento de Turquía autoriza el envío de tropas a Libia
Se teme una escalada militar, con Turquía y Rusia tras el olor de petróleo y en busca de mayor influencia en el Mediterráneo oriental
La guerra civil de Libia entra desde hoy en una nueva y peligrosa escalada. Es un polvorín que se está convirtiendo en guerra mundial. A pesar de las protestas de Italia y la Unión Europea, que no salen de su estupor, el Parlamento turco ha autorizado el envío de soldados a Libia para apoyar al frágil Gobierno de Trípoli encabezado por Fayez al-Sarraj , reconocido por las Naciones Unidas y con el débil apoyo de Italia y Qatar. En una sesión de emergencia, el Parlamento turco ha adelantado su voto para el envío de soldados y contrastar el ataque lanzado contra Trípoli por el general rebelde Khalifa Haftar, un señor de la guerra que ocupa la región oriental libia, la Cirenaica, al confín con Egipto, dominando más de la mitad del país. Italia, con fuertes intereses energéticos (gas y petróleo) en la otra región clave de Libia, Tripolitania, la parte septentrional del país, sede del Gobierno de Trípoli, se ha quedado fuera del juego. Italia, preocupada y concentrada por sus infinitas luchas políticas internas, puede sufrir así el más duro varapalo diplomático de los últimos decenios, perdiendo definitivamente su influencia en Libia, un país prácticamente en guerra civil desde la caída de Gadafi en el año 2011.
Graves repercusiones
Las repercusiones para Italia son graves porque no solo ve amenazados sus intereses energéticos, sino que además no tendrá ya capacidad para gobernar los flujos migratorios que en buena medida parten hacia sus costas precisamente desde la Tripolitania, sin descartar que Libia pueda ser origen de un nuevo terrorismo islámico, según temen los servicios de información italianos. El «premier» libio Serraj pidió apoyo militar a Turquía con la justificación de que «Italia no ha dado la ayuda suficiente al gobierno libio».
En territorio libio confluyen ahora, por una parte, el ansia expansionista del presidente turco Erdogan , quien con su ideología nacionalista parece soñar glorias pasadas del imperio otomano y aspira a convertir a Turquía en potencia regional; por otra parte, aparece el presidente ruso Putin, otro líder nacionalista, dispuesto siempre a tener un papel importante en el Mediterráneo oriental y en Oriente Medio, y que ahora ya está dando fuerte apoyo militar al general Haftar. No están solos Turquía y Rusia en el escenario libio, un territorio que, según el ministro de Exteriores turco, Mevlu Cavusoglu, «corre el riesgo de convertirse en otra Siria». En efecto, al igual que ocurrió en Siria, Erdogan se confronta con Putin, quien junto a Egipto, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes (EAU) apoyan al general Haftar. Rusia ha enviado drones y «asesores» militares utilizando como tapadera la compañía Wagner de mercenarios, ya vistos en Ucrania.
El olor a petróleo y gas es lo que empuja a Turquía, Rusia y otros países a lanzarse sin escrúpulos al conflicto libio. Erdogan pretende incluso participar en los importantes yacimientos de gas descubiertos en el mar por Egipto, Chipre, Israel e Italia mediante las exploraciones de su poderoso Ente Nacional de Hidrocarburos (ENI).
Para evitar la escalada militar, Alemania, Francia, Italia y la Unión Europea pretenden organizar una conferencia sobre Libia en Berlín a finales de enero. Los analistas consideran que hoy por hoy está destinada al fracaso.
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