París se cierra para evitar la llegada de camiones y huelguistas antivacuna

El transporte, al que se suma el movimiento de los 'chalecos amarillos', pretenden bloquear la capital este domingo

Algunos de los participantes en la marcha sobre París REUTERS

Juan Pedro Quiñonero

Decenas de miles de automovilistas y camioneros de toda Francia se dirigen desde el miércoles hacia París, y aspiran a bloquear la capital de Francia, cuyos accesos serán «cerrados» o controlados por las fuerzas de seguridad del Estado por orden de la Prefectura, que ha prohibido y podrá castigar las manifestaciones.

El movimiento ‘convoie de la liberté’ (convoy de la libertad) nació hace días de manera ‘espontánea’, a imagen y semejanza del ‘freedom convoy’ canadiense, pero tiene características propias muy particulares.

Si el movimiento canadiense comenzó siendo un movimiento protagonizado esencialmente por camioneros, en el movimiento francés cohabitan colectivos que protestan por muy distintas razones: antivacunas que denuncian la ‘tiranía médica’; antiguos ‘chalecos amarillos’ (de izquierda y derechas radicales) que protestan contra la ‘tiranía macroniana’; sectores sociales que se sienten agraviados por razones laborales o gremiales.

Los chalecos amarillos fueron un movimiento que estuvo en pie de guerra contra el presidente Emmanuel Macron entre finales del 2018 y buena parte del 2019. Ceder a varias de sus reivindicaciones costó más de 70.000 millones de euros a los presupuestos del Estado. El movimiento nunca desapareció. Y podría estar renaciendo con la propagación aleatoria del movimiento antivacunas.

Ese cóctel sociológico tiene una importancia inflamable. En menos de una semana, la página Facebook del movimiento ha conseguido casi 300.000 seguidores. Sin líderes ni portavoces conocidos, el movimiento, aleatorio, se ha puesto en marcha de manera llamativa y colorista.

Desde la mañana del miércoles, hileras de coches particulares, acompañados de algunos camiones, enarbolando banderas nacionales, se pusieron en marcha por una decena de grandes autopistas, del norte al sur, el este y el oeste de Francia, haciendo mucho ruido y amenazando con bloquear París.

Bloqueo relativamente sencillo. París está rodeado por una autopista de circunvalación, el bulevar Periférico, que puede atascarse con relativa facilidad. Basta con que los automovilistas circulen con lentitud o que los camiones multipliquen su presencia, rumbo a la capital para que las entradas y salidas de París se conviertan en un infierno.

A última hora de la tarde del miércoles, los atascos habían crecido de manera espectacular en la autopista que une París y Bruselas. Ni la Policía ni la Gendarmería podían explicar de manera convincente las razones de los atascos. Otro tanto comenzaba a ocurrir en otras entradas y salidas de la capital.

Tras el lanzamiento oficioso del movimiento ‘convoy de la libertad’, Gérald Darmanin, ministro del Interior, anunció medidas severas y una intervención expeditiva de las fuerzas de seguridad del Estado, con el fin de evitar el bloqueo de París «por todos los medios».

Tras la puesta en marcha de los primeros convoyes, la mañana del miércoles, con mucho color, muchas banderas nacionales y mucho seguimiento de las cadenas de información audiovisual, la Prefectura se apresuró a prohibir las manifestaciones del convoy de la libertad. Los organizadores de manifestaciones podrán ser castigados con hasta seis meses de cárcel y 7.500 euros de multa. Los participantes en manifestaciones podrán ser castigados con multas de 135 euros.

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