Ottawa y Pekín se cruzan duras acusaciones por el «caso Huawei»
Trudeau acusa al régimen chino de «arbitrario» por la condena a muerte de un narcotraficante canadiense
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La condena a muerte por drogas al canadiense Robert Schellenberg en China está agravando la crisis diplomática entre ambos países por el «caso Huawei». El conflicto que desató en diciembre la detención en Vancouver de la hija de su fundador y vicepresidenta de la compañía, Meng Wanzhou, ha derivado en una «guerra judicial» en la que han caído ya tres canadienses como si fueran peones de una partida de ajedrez.
Mientras Sabrina Meng, como también es conocida la directiva de Huawei, se halla en libertad bajo fianza en su mansión de Vancouver, los canadienses Michael Kovrig y Michel Spavor están «desaparecidos» desde el mes pasado tras ser arrestados por «dañar la seguridad nacional». El lunes, otro canadiense, Robert Schellenberg, fue sentenciado a la pena capital por tráfico de drogas. Condenado a 15 años de prisión en noviembre, antes de la detención de Meng Wanzhou, la repetición de su juicio ordenada por un tribunal superior le ha llevado al «corredor de la muerte». Una revisión duramente criticada por el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau , que ha acusado al autoritario régimen de Pekín de «aplicar la pena de muerte de forma arbitraria».
Airada por sus declaraciones, la portavoz del Ministerio chino de Exteriores, Hua Chunying, le instó ayer a que respetara la «soberanía judicial» de su país. «Los comentarios del Gobierno canadiense están llenos de una doble moral. Son los canadienses quienes han arrestado arbitrariamente a alguien», respondió Hua en su comparecencia diaria ante la Prensa refiriéndose a la «heredera» de Huawei. Reclamada por Estados Unidos por, presuntamente, intentar violar las sanciones contra Irán en 2009, Meng ha negado los cargos y el régimen chino la ha defendido a capa y espada alegando que es una “víctima colateral” de la guerra comercial lanzada por Trump.
Por su parte, el periódico «Global Times», altavoz en inglés del Partido Comunista, recordó que China aplica la pena capital para el narcotráfico y acusó al Gobierno de Ottawa de «politizar la ley». Lo curioso es que, en el primer juicio , Schellenberg fue condenado como cómplice de una trama que traficaba con 222 kilos de metanfetamina y en el segundo , tras el «caso Huawei», la Fiscalía presentó nuevas pruebas que lo señalaban como el «miembro central» de la banda . Mientras el primer proceso tardó años, la última vista oral se resolvió en un día y los jueces dictaron la condena en una hora. Rompiendo la norma china, se permitió la presencia de Prensa extranjera en la sala, lo que demuestra el interés de Pekín por darle bombo al asunto. Schellenberg recurrirá la sentencia en los diez días que le da la ley, pero su destino podría depender de lo que Canadá haga con la ejecutiva de Huawei.
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