Otra avalancha de venezolanos buscando comida en la frontera con Colombia y Brasil

Este fin de semana los hoteles en San Cristóbal del Táchira se han colapsado. Han organizado tours para hacer mercado este domingo en la franja fronteriza

Ludmila Vinogradoff

El hambre y la escasez causan estragos para unos y beneficios para otros. Desde las zonas más lejanas del occidente y sur del país los venezolanos han viajado en autobuses más de 1.000 kilómetros este fin de semana para hacer mercado, comprar medicinas y otros productos de primera necesidad en los supermercados y tiendas de Colombia y Brasil, desafiando el cierre fronterizo decretado por Nicolás Maduro hace once meses .

Para este fin de semana los transportistas de los autobuses han organizado tours desde los estados vecinales de Lara, Coro, Zulia, Trujillo y Valera para el Táchira a fin de que puedan cruzar la frontera e ir de compras a las tiendas del departamento colombiano del Norte de Santander. Los dos países comparten 2.219 kilómetros de frontera.

El gobernador tachirense José Vielma Mora no quiso reabrir oficialmente la frontera por segunda vez mañana domingo pero prometió hacerse la vista gorda y «no poner restricciones al paso fronterizo» de sus connacionales.

Por eso los hoteles, posadas y hostales del Táchira se han colapsado. Muchos de los que no han podido conseguir cama han tenido que conformarse en dormir en tiendas de campaña para amanecer temprano este domingo en los puestos fronterizos de San Antonio, Ureña y Orope para cruzar los puentes hacia Cúcuta y todo el Norte de Santander.

Así como el domingo pasado unos 35.000 venezolanos pudieron cruzar la frontera tras la autorización de Maduro de abrirla provisionalmente por 12 horas, esta vez se espera que la avalancha de personas sea el doble de la semana anterior, sumando los que vienen de los estados vecinos del Táchira.

Wilmer Camargo, comerciante tachirense de 37 años, piensa que el comercio colombiano de Cúcuta también se va a colapsar con «tanta gente que llegará este fin de semana. Sé de grupos numerosos que vienen incluso de Caracas », dijo a ABC.

Camargo es de los que va a volver a Cúcuta aunque el paso no esté todavía autorizado. «Vamos a hacer presión como lo hicieron las primeras 500 mujeres vestidas de blanco. La convocatoria es masiva». Piensa comprarse unos neumáticos que en las tiendas colombianas cuestan unos 42.000 bolívares (46, 67 dólares) y en Venezuela el doble en el mercado negro de los revendedores «bachaqueros» o manteros.

La diferencia de precios y la abundancia de productos sin necesidad de hacer cola es lo más atractivo del mercado colombiano. Camargo explica que un litro de aceite cuesta en Colombia unos 1.300 bolívares (2,17 dólares al cambio oficial viajero de 600) y en Venezuela unos 2.000. «Un kilo de azúcar cuesta allá 1.300 y aquí 2.200. En Colombia es más barato y nos aceptan bolívares».

Todo comenzó el 5 de julio, fecha de la independencia de Venezuela, cuando un grupo de 500 mujeres vestidas de blanco decidió irrumpir por sorpresa el puesto fronterizo de Ureña (Táchira) para ir de compras a los supermercados de Colombia.

Claudia Pérez, una de las mujeres pioneras en haber forzado el paso fronterizo y haberse enfrentado a los militares, quiso desmentir las declaraciones del gobernador Vielma Mora que las acusa de ser «bachaqueras» y «contrabandistas» supuestas militantes de los partidos de la oposición.

«Es completamente falso. No tenemos vinculación con partido alguno. Este movimiento surgió de la desesperación, de la crisis social y de la descomposición familiar que estamos viviendo en la frontera», aseguró la líder de las «mujeres de blanco».

Sobre el color blanco hubo polémica porque se asocia al partido Acción Democrática. Pero al final «decidimos que sí se usaría porque es un color que simboliza la paz y eso sí nos interesaba, demostrar que era una actividad totalmente pacífica», aclaró.

«A mí me tocó pasar con mis dos hijas – una de 3 y otra de 16 – y exponerlas a esa situación. Yo le pregunté al capitán que en qué clase de país estamos que tengo que sacar un permiso para que mis hijas puedan ver a su padre, que vive en Cúcuta. Él no decía nada, solo me escuchaba y me grababa en un vídeo», añadió Claudia Pérez.

Para el primer día vinieron mujeres de varias partes del país, incluso de oriente. Muchas pasaron la noche en la acera esperando que amaneciera para cruzar la frontera. Fue tanto el flujo de gente que por el lado de San Antonio abrieron el paso a las 5 de la mañana para que la gente emprendiera la caminata. Hoy domingo van a repetir la hazaña.

También en Brasil

Al sur de Venezuela en el estado Bolívar en la ciudad fronteriza de Santa Elena ocurre otro tanto. La creciente presencia de venezolanos en la frontera con Brasil ha sido reseñada por el medio del estado de Roraima en el norte del país amazónico, La Folha de Boa Vista.

El diario -en su versión digital- ha documentado no solo la avalancha de venezolanos buscando comida en la localidad brasileña de Pacaraima, a 15 kilómetros de Santa Elena de Uairén , sino también casos de detenciones por delitos, así como de deportaciones por estar ilegales en tierras brasileñas.

« Comercios que estaban cerrados durante años volvieron a abrir en vista de la gran demanda de los venezolanos. Arroz, harina de trigo, pasta de dientes, jabón en barra y todo tipo de remedios son los más buscados. Neumáticos, que durante muchos años fueron comprados por brasileños en Santa Elena, ahora se venden en las aceras de Pacaraima para los venezolanos que vienen de todas las regiones del país».

El empresario José González dijo a Folha Web que las ventas casi se duplicaron, por lo que consideró la necesidad de contratar a dos empleados y probablemente necesite más. «Estoy esperando hasta el día 20, porque dicen que la frontera estará cerrada por el presidente de Venezuela. Si no es así, voy a contratar a tres vendedores», adelantó.

«Estamos muy contentos de que estamos vendiendo mucho, pero al mismo tiempo nos sentimos tristes porque sabemos que los venezolanos están aquí por necesidad», expresó el vendedor Ismael Feliciano da Cruz, quien apuntó que en la pequeña zona comercial de Pacaraima había una tienda de zapatos, que prácticamente cambió de rubro. «Primero vendió neumáticos y ahora también vende alimentos».

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