Oregón demanda a la Administración Trump por detenciones ilegales en Portland

Al cuerpo de agentes que se dedica de forma rutinaria a la protección de propiedad federal se unieron hace dos semanas un contingente de las otras agencias para contener las protestas

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El fervor de las protestas tras la muerte de George Floyd a finales de mayo -el último episodio de abusos policiales contra la minoría negra- ha decaído en la mayor parte de EE.UU. Han pasado casi dos meses de la noche en la que un agente de Mineápolis asfixió a Floyd, el calor de julio aprieta y buena parte del país dedica su preocupación al repunte de la pandemia de Covid-19. En Portland, sin embargo, las manifestaciones se han mantenido con devoción. La principal ciudad de Oregón es una de las capitales del progresismo de EE.UU. y tiene una amplia tradición en movimientos de izquierda radical y anarquistas.

Las protestas por la muerte de Floyd se han filtrado hasta convertirse en un movimiento a favor de los recortes y de la abolición de la policía. En Portland, los choques han sido no solo contra los agentes locales sino también contra fuerzas de seguridad federales, que dependen del Gobierno de EE.UU., y que se encargan de proteger propiedad federal, como las instalaciones de los juzgados federales.

En medio las manifestaciones que se producen cada noche, muchas veces acompañadas de vandalismo, ataques a edificios policiales y enfrentamientos con la policía, las autoridades locales han lanzado la voz de alarma después de que agentes federales, desplazados en vehículos no identificados como policía, realizaran detenciones de manifestantes . Buena parte de la clase política de Portland y Oregón -aquí perdió Donald Trump frente a Hillary Clinton con claridad en 2016 y se espera el mismo resultado para el próximo noviembre- han calificado a las detenciones de «ilegales».

En uno de los vídeos que han corrido como la pólvora en redes sociales, dos agentes con uniforme de camuflaje, sin distintivo policial más allá de un parche que dice ‘Policía’ detienen a un manifestante, vestido de negro y con casco.

Los agentes federales, que pertenecen a diferentes agencias del Gobierno central -Departamento de Interior, US Marshals, policía fronteriza o los agentes de protección de servicios federales-, también efectuaron labores de antidisturbios, con lanzamiento de gas lacrimógeno o munición no letal.

Protección de monumentos y estatuas

Al cuerpo de agentes que se dedica de forma rutinaria a la protección de propiedad federal se unieron hace dos semanas un contingente de las otras agencias, enviado por la Administración Trump para contener las protestas. Ocurrió después de que Trump firmara una orden ejecutiva en la que instruía a las agencias federales a mandar efectivos para proteger monumentos, estatuas y propiedad federal bajo ataque durante las manifestaciones. Las protestas han supuesto la quema, destrozo y pintarrajeo de estos lugares en ciudades de todo el país, y Trump reforzó las penas para los infractores.

«Es un abuso de poder descarado», aseguró esta semana la gobernadora del estado, Kate Brown sobre los arrestos. Su fiscal general, Ellen Rosenbaum, presentó este sábado por la noche una demanda a la Administración Trump para que los agentes federales dejen de realizar detenciones en Portland.

«Estas tácticas deben parar», dijo Rosenbaum en un comunicado. «No solo hacen imposible que la gente utilice los derechos de la Primera Enmienda [la que recoge la libertad de expresión y de manifestación] para protestar de forma pacífica, también crean una situación más volátil en nuestras calles».

«La Administración federal ha elegido Portland para usar sus tácticas de miedo para que nuestros residentes no protesten contra la brutalidad policial y a favor de Black Lives Matter», añadió. «Todo estadounidense debería estar horrorizado de que esto ocurra». La demanda también asegura que la actuación de los agentes viola las enmiendas cuarta y quinta porque son detenciones sin requerimiento judicial y sin el proceso legal establecido.

«Lo que está ocurriendo en Portland debería preocupar a todo el mundo en EE.UU.», criticó la ACLU, una de las principales organizaciones de derechos civiles del país. «Normalmente, cuando vemos a gente en vehículos no identificados que agarran a alguien por la fuerza en las calles, lo llamamos secuestro».

La turba violenta

Los incidentes violentos en Portland continuaron en la noche del sábado. Entre otros disturbios, un grupo de manifestaciones trataron de desmantelaron un vallado alrededor de los juzgados federales que habían puesto las autoridades locales para «desescalar las tensiones». Con más gravedad, otro grupo se presentó en la sede de la Asociación de Policía de Portland y lo prendió en llamas.

La reacción a estos episodios muestra la brecha entre los políticos locales y la Administración Trump. El secretario de Interior interino, Chad Wolf, visitó Portland durante la semana y denunció que la pasividad y la defensa de las autoridades locales frente a los disturbios habían «fortalecido a la turba violenta, mientras los incidentes violentos crecen cada día».

«Cada noche, estos anarquistas violenta destruyen y vandalizan propiedades, incluidos los juzgados federales, y atacan a los violentes agentes que las protegen», añadió Wolf, que detalló que los agentes federales han sufrido ataques con lásers y botellas de agua congeladas y que, solo en la noche del jueves, hubo dos de ellos heridos.

Trump justificó al principio de la semana el envío de fuerzas porque «Portland estaba totalmente fuera de control». Ayer, desde su cuenta de Twitter, aseguró que su Gobierno: «está tratando de ayudar a Portland, no de hacerle daño. Sus autoridades han perdido durante meses el control de anarquistas y agitadores. Están perdidos el combate. Debemos proteger a las propiedades federales y a nuestro pueblo».

La visión del alcalde Portland, Tom Wheeler, era muy diferente a la del presidente de EE.UU., del que dijo que no comprende «la relación causa y efecto» en el caso: aseguró que la presencia de agentes federales «está provocando más violencia y más vandalismo. No ayuda. No los queremos aquí. No los hemos pedido. De hecho, queremos que se vayan».

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