Optimismo en el G-20 por una tregua a la guerra comercial entre EE.UU. y China

Trump le echó un rapapolvo a su anfitrión para recordarle que quiere más dinero por mantener sus tropas en suelo nipón

Trump manda sentarse a Sánchez en el G-20

AFP
Pablo M. Díez

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Bajo una lluvia persistente que durará todo el fin de semana, hoy comienza en Osaka una cumbre del G-20 que se prevé igual de tormentosa, pero en la que se vislumbra el cielo entre los nubarrones. Aguantando los chubascos que está dejando un tifón a su paso por el sur de Japón, los mandatarios de las veinte economías más poderosas del planeta se dan cita con una agenda política tan revuelta como la meteorológica.

Con la amenaza de una nueva crisis por la guerra comercial que Estados Unidos y China libran desde hace más de un año, todos los ojos están puestos en la reunión que sus presidentes tendrán seguramente mañana, cuando concluye el encuentro del G-20. Aunque su enfrentamiento se ha recrudecido desde mayo tras imponer la Casa Blanca nuevos aranceles a las importaciones chinas y vetar a su gigante de las telecomunicaciones Huawei, hay cierto optimismo ante la posibilidad de que se alcance un acuerdo o, al menos, una tregua, como en la anterior cumbre del G-20 en Buenos Aires hace siete meses.

A las recientes palabras del secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, afirmando en la televisión CNBC que «estamos al 90 por ciento del camino (a un acuerdo comercial) y hay margen para completarlo», se suman diversas informaciones periodísticas. Después de que la agencia Bloomberg avanzara que Washington se estaba planteando suspender su siguiente ronda de aranceles , el diario de Hong Kong «South China Morning Post» y el portal de noticias Político publicaban ayer que la Casa Blanca y Pekín habían firmado una tregua provisional, cuyos detalles se anunciarán mañana al término de la cumbre. Con una duración de seis meses, dicha tregua permitiría a los negociadores seguir conversando hasta finales de año y evitaría la nueva ronda de aranceles prevista por Trump. Tras imponer ya unas tasas del 25 por ciento a importaciones chinas por valor de 250.000 millones de dólares (220.000 millones de euros), el presidente estadounidense amenaza con gravar otros 300.000 millones de dólares (264.000 millones de euros). Prácticamente, afectarían a todas las compras que hace su país a China, lo que desataría una guerra comercial total que causaría un daño enorme a la economía mundial.

Prórroga de las negociaciones

«Las expectativas son positivas», asegura un informe del banco japonés de inversión Nomura pensando una tregua, ya que también advierte de que «el logro de un acuerdo comercial será difícil de conseguir». Por su parte, Claudia Calich, gestora del fondo de inversión M&G, contempla en un comunicado remitido a ABC que, a medio camino entre las opciones más optimistas y pesimistas, «cabe la posibilidad de que las negociaciones se prorroguen durante algunos meses más, sin que se proponga la aplicación de aranceles o vetos a empresas concretas hasta que se supere la nueva fecha límite!».

Pero todo dependerá de la voluntad incontrolable de Trump, capaz de levantarse de la mesa de negociaciones con Xi Jinping como hizo con el joven dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, en su encuentro en la capital de Vietnam en febrero.

Precisamente, este será otro de los temas a discutir, ya que Trump viajará mañana por la noche a Corea del Sur para reunirse al día siguiente con su presidente, Moon Jae-in. Ambos tratarán de desatascar las conversaciones sobre el desarme nuclear del régimen de Pyongyang, probablemente con una nueva cumbre intercoreana y un tercer encuentro entre Trump y Kim.

Para no perder comba en este proceso, el presidente chino efectuó la semana pasada su primera visita a Corea del Norte, guardándose posiblemente un as en la manga para su entrevista con Trump. Pero Xi Jinping acude muy tocado a esta cumbre del G-20 por las multitudinarias protestas pidiendo democracia que sacuden a Hong Kong desde hace tres semanas. Aunque Pekín no quiere que se hable de ellas, hasta Osaka se han desplazado activistas hongkoneses con la misión de armar ruido y hacer un llamamiento a la comunidad internacional para que respalde su lucha por la democracia y el pleno sufragio universal. Con las elecciones en EE.UU. previstas para finales del próximo año, ni a Trump ni a Xi les conviene volver a casa con las manos vacías y sin un acuerdo, o una tregua, que lucir en sus países.

Luciendo músculo antes de llegar a Japón, el presidente estadounidense hasta se permitió darle un rapapolvo a su anfitrión para recordarle que quiere más dinero por mantener sus tropas en suelo nipón, como hace también con la UE y Corea del Sur. «Si Japón es atacado, será la Tercera Guerra Mundial y lucharemos para protegerlos con nuestras vidas y nuestros fondos. Pero, si nosotros somos atacados, los japoneses no tienen que ayudarnos. Lo pueden ver en una televisión Sony», ironizó Trump.

Enfrentado al presidente francés, Emmanuel Macron, por el calentamiento global y al primer ministro indio, Narendra Modi, por sus disputas comerciales, el «tifón» Trump ya azota la cumbre del G-20 en Japón.

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