La oposición venezolana se presenta diezmada por el veto a los líderes más importantes
El bloque de partidos democráticos está dividido entre los que llaman a votar y los que incentivan la abstención
El régimen de Nicolás Maduro lanzó de nuevo el anzuelo de la fiesta electoral y la oposición venezolana cayó sin cortapisas en la trampa. Tras haberse mostrado firmes en su decisión de no participar en las últimas convocatorias por no darse las condiciones y garantías mínimas para llevar adelante un proces electoral, este año algunos sectores decidieron cambiar su postura y asistir junto al régimen a las urnas.
La primera derrota la obtuvieron hace meses atrás cuando la división entre sus propios candidatos y los egos de los líderes de los diferentes partidos impidieron enfrentar unidos al chavismo. Una actitud que favorece a Maduro en su plan de atornillarse en el poder, por lo menos, en el corto plazo.
Las maniobras del régimen para dividir a la oposición dieron sus frutos como la de aupar y financiar a los disidentes opositores, mejor conocidos como los ‘alacranes»’o a los que no han sido críticos.
La campaña electoral sirvió para que los diversos sectores de oposición pusieran a prueba su liderazgo para incentivar a votar a una población machada durante años con el discurso de que participar favorece al chavismo. El común denominador entre los líderes políticos es que no hay condiciones de transparencia, libertad y justicia en el sistema electoral, pero la diferencia está en cómo abordan ese obstáculo.
La radical María Corina Machado insiste en que no hay que participar en unas elecciones sin condiciones justas y apuesta por la presión de la comunidad internacional. El presidente interino Juan Guaidó y parte de los parlamentarios opositores que lo apoyan coinciden en que no están dadas las condiciones en las regionales y proponen un gran acuerdo de salvación nacional y elecciones presidenciales como solución del conflicto que nadie sabe cuándo llegará.
En tercer lugar, el excandidato presidencial y exgobernador de Miranda, Henrique Capriles, sin ocultar su ego, ha estimulado la participación en las regionales como un espacio para renovar y recuperar la fuerza de las organizaciones políticas de la oposición tan golpeadas por el chavismo. Capriles es de los que aprovecha cualquier rendija: «Para mí es retomar el camino que nunca se ha debido abandonar, el camino de la movilización, el camino hecho en Venezuela».
Y ese camino empedrado lo tomaron los principales partidos de la oposición como Acción Democrática (AD), Voluntad Popular (VP) y Primero Justicia (PJ) que habían sido proscritos, intervenidos judicialmente y secuestrados por sus propios disidentes apoyados por el Tribunal Supremo de Justicia chavista.
Hace dos meses y con aras de estimular la participación en estos comicios, el Consejo Nacional Electoral (CNE) devolvió a los partidos de oposición la tarjeta Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que había sido desterrada en 2017.
Los partidos afectados, que no habían tenido tiempo para prepararse y organizarse, decidieron a última hora participar en medio de la confusión y dispersión de candidaturas sin hacer primarias sino por consenso y encuestas.
La mayoría de las encuestas sostienen que la participación de los electores estaría entre 52% y 59%. Y también señalan que los candidatos unitarios de la oposición ganarían los comicios por mayoría de 8 a 2. Sin embargo, como los candidatos no lograron unirse en todos los 23 estados habrán perdido esta oportunidad de oro. Todas las quinielas y las apuestas indican que la oposición aumentaría de 4 gobernaciones actuales a 6 u 8 entidades federales, lo que sería un triunfo moderado.