La oposición siria acusa a Rusia de lanzar bombas de racimo

Los bombardeos habrían destruido barrios enteros, casas y edificios importantes en la ciudad de Saraqueb

Fotografía de archivo fechada el 7 de agosto de 2015 que muestra helicópteros Mi-8 rusos sobrevolando Siria EFE

EFE

La Coalición Nacional Siria (CNFROS), principal formación política opositora , acusó hoy a la aviación rusa de lanzar continuos ataques con cohetes e incluso bombas de racimo, prohibidas internacionalmente , contra la ciudad de Saraqeb, en la periferia de Idleb , en el norte de Siria.

En un comunicado, el grupo opositor cifró en ochenta esos bombardeos , que han provocado el desplazamiento de casi 35.000 residentes de la localidad. La coalición opositora agregó que los ataques han destruido barrios enteros , casas y edificios importantes, entre ellos el mercado, el banco de sangre , el aparcamiento de ambulancias y las instalaciones de suministro de agua de la urbe.

La CNFROS calificó estas acciones de «crimen de guerra y violación grave» , lo que, a su juicio «merece la condena y el desprecio de la comunidad internacional». Asimismo, pidió a las organizaciones internacionales y países extranjeros que tomen medidas urgentes al respecto.

El pasado jueves, la CFNROS también acusó a Rusia de emplear gas tóxico en un ataque sobre áreas residenciales de Saraqeb. La Defensa Civil siria, un grupo de voluntarios que desarrolla labores de rescate , denunció un bombardeo con gas cloro en esa población a principios de semana.

El 28 de julio, la organización Human Rights Watch (HRW) acusó a Rusia y a Siria de haber utilizado ampliamente municiones de racimo en sus últimas ofensivas militares conjuntas en el país árabe. Las municiones de racimo se prohibieron en 2008, debido a su impacto indiscriminado sobre los civiles y el daño prolongado que producen. Un total de 108 países han firmado la convención internacional que las prohíbe, que no ha sido suscrita por Rusia, EE.UU. o Siria .

Generalmente, tras ser disparadas, explotan en el aire y esparcen decenas y, a veces, cientos de pequeñas bombas sobre áreas del tamaño de un campo de fútbol, pero a menudo el mecanismo falla y no estallan, con lo que dejan restos igual de peligrosos que las minas antipersonales.

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