La oposición acusa a Johnson de inacción para solucionar la peor huelga de transporte en tres décadas
Los sindicatos exigen al Gobierno británico poner freno a la eliminación de dos mil puestos de trabajo, un aumento de los salarios que permita a los trabajadores hacer frente a la inflación y frenar la reforma de las pensiones
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El primer ministro británico, Boris Johnson, no solo no da su brazo a torcer ante las demandas de los huelguistas que tienen paralizado el transporte ferroviario en el país, sino que ni siquiera es capaz de «mover un dedo para darle una solución al conflicto, el peor de este tipo en tres décadas . Con estas palabras acusó el líder del opositor Partido Laborista, Keir Starmer, al primer ministro, a quien en la sesión de preguntas del miércoles en el Parlamento, lo que viene a ser el control al gobierno, le afeó no estar haciendo su trabajo y por ser un líder «egoísta». «En lugar de culpar a los demás, ¿por qué no hace su trabajo, se sienta en la mesa y hace que los trenes funcionen?», le preguntó el opositor al 'premier', que entró al trapo, condenando a su vez a Starmer por no tener el «coraje» de evitar que algunos parlamentarios de su partido hayan dado su apoyo a los trabajadores en huelga.
Los paros comenzaron el martes, y hay convocadas dos jornadas más de 24 horas este jueves y el próximo sábado, mientras que hoy los trenes funcionaron solo al 60% , según datos del sector, porque muchos empleados del turno de noche no trabajaron, provocando así retrasos en las operaciones durante el día. Los sindicatos exigen al Gobierno de Johnson un aumento de los salarios que permita a los trabajadores hacer frente a la inflación y paralizar los planes de cambiar el sistema de pensiones y otros acuerdos laborales, además de la eliminación de más de dos mil puestos de trabajo.
Un portavoz de Downing Street aseguró que aumentar los salarios de forma que compensen la inflación no solo de los trabajadores ferroviarios, sino de otros empleados del sector público , tal y como exige también el Sindicato Nacional de Educación para el profesorado, sería «imprudente», ya que, explicó, esto tendría un impacto «al impulsar la inflación cada vez más», lo cual «significa que el salario que la gente se lleva a casa vale menos».
Mientras tanto, la población en general se prepara para volver a sufrir las consecuencias de un conflicto que no parece tener una rápida solución a la vista , con las partes levántandose de la mesa de negociación sin conseguir ningún avance.
Críticas de los sindicatos
El Sindicato Nacional de Trabajadores Ferroviarios, Marítimos y del Transporte, RMT, arremetió contra el ministro de transporte, Grant Shapps, acusándolo de « arruinar las negociaciones », pero las autoridades de Network Rail, el organismo público que gestiona la mayor parte de las infraestructuras de la red ferroviaria de Inglaterra, Escocia y Gales, aseguraron que fueron los sindicalistas los que decidieron no seguir hablando.
«Grant Shapps ha arruinado estas negociaciones al no permitir que Network Rail retire la carta en la que amenaza con el despido de 2.900 de nuestros miembros», declaró el secretario general de RMT, Mick Lynch, quien advirtió que «continuaremos» con la huelga «hasta que obtengamos un acuerdo negociado que brinde seguridad laboral y un aumento salarial para nuestros miembros que aborde la creciente crisis del costo de vida». «El RMT continúa desviándose del hecho de que los únicos responsables de la interrupción masiva (del transporte) de esta semana son ellos. Quiero instar a Mick Lynch y los miembros (del sindicato) a que dejen de perder el tiempo haciendo afirmaciones falsas en los medios y, en su lugar, regresen a la mesa de negociaciones para que se pueda llegar a un acuerdo», respondió Shapps.
Este jueves, las 50.000 personas que se han unido a la huelga volverán a pedir que se escuchen sus demandas con un parón que hará que funcione «menos de uno de cada cinco trenes» en Gran Bretaña, y solo en las líneas principales.
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