Odebrecht marca el fracaso del liderazgo de Brasil en Sudamérica

El esfuerzo brasileño por regir su región ha terminado con un enorme escándalo de corrupción internacional y el fin de Unasur

Emili J. Blasco

El reciente suicidio del expresidente peruano Alan García ha añadido aún mayor dramatismo al caso Odebrecht . La investigación, que en algunos casos ha llevado al encarcelamiento –preventivo o con sentencia firme–, de varios presidentes sudamericanos muestra la alta red de corrupción que propició la gran empresa brasileña de ingeniería y construcción en su deseo de expansión por la región (e incluso más allá).

El caso simboliza el fracaso del primer intento serio de Brasil de convertirse en líder regional de Sudamérica, pues la expansión de la compañía no solo obedecía a una política empresarial, sino que se enmarcaba en la estrategia nacional de Brasil de no vivir más de espaldas al resto del subcontinente, como históricamente había hecho, sino de ganar en estatura aupándose sobre sus vecinos. La presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva y la influencia de este en toda la izquierda sudamericana generaron un marco en el que Odebrecht se convirtió en un brazo de la influencia del poder brasileño, mediante oscuras gestiones con políticos de diferentes gobiernos de otros países en ocasiones supuestamente establecidas por el propio Lula.

La abrumadora corrupción destapada ha aniquilado la estrategia nacional y marca un cambio de ciclo en la política exterior brasileña. Ni siquiera pervive ya Unasur, asociación regional impulsada por Brasilia para tener un foro en el que no se contara con Estados Unidos y en el que, por tanto, Brasil tuviera el claro liderazgo. Aunque con la reciente creación de ProSur seguirá habiendo un foro de las naciones sudamericanas, este ya no tiene el anterior tono de distanciamiento de Washington. Por lo demás, hasta el mismo Mercosur está en revisión: la última iniciativa ha sido la suspensión de la elección directa de los miembros del Palasur, el parlamento del área de mercado común formado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.

Dos orientaciones

La condición geopolítica de Brasil le ofrece dos posibles orientaciones. Una es mantener el enraizado espíritu de «continente aparte», propiciado por una Amazonía que encapsula al país y le pone de espaldas al mundo hispano, lo que en todo caso le aboca a «expandirse» en África y a buscar socios en otras partes del mundo (BRICS). La otra es intentar una mayor integración en Sudamérica , pero ahí su enorme tamaño poblacional y económico dificulta el encaje y genera suspicacias entre sus vecinos sobre un dominio brasileño.

Los últimos gobiernos de Brasil han intentado una combinación de ambas estrategias, pero la sensación de fracaso de la apertura hacia Sudamérica empuja al país hacia un nuevo periodo de aislamiento respecto a la región de la que forma parte. Esto puede verse favorecido por los tics proteccionistas de Jair Bolsonaro, muy en la línea de una economía tradicionalmente poco abierta. Como en cualquier caso Brasil necesita del comercio internacional, lo previsible es que se mantengan y acentúen las relaciones con el resto de los BRICS, a pesar de la animadversión de Bolsonaro hacia China.

Presidencia de los Brics

Precisamente, Brasil preside este año el foro de los BRICS. En 2018, el 30,7% de l as exportaciones brasileñas fueron a los otros países que conforman ese grupo (China, India, Rusia y Sudráfrica), a los que compró el 23,8% de sus importaciones, cifras que suponen un aumento del 30% y del 33%, respectivamente, en relación al año anterior. Ese comercio supuso para Brasil el 52% del superávit de su balanza de pagos de 2018.

A pesar de que el concepto mismo de los BRICS ha perdido protagonismo, debido a que China propiamente ya no necesita de un foro de este tipo para abrirse camino en el escena internacional, lo cierto es que Pekín ha anunciado su deseo de repotenciar el club. En un comunicado a raíz del encuentro a nivel ministerial que los BRICS celebraron en marzo en Curitiva, el coordinador chino en este foro, Zhang Jun, declaró que China desea impulsar una «segunda década dorada» de los BRICS. Un momento para propiciar esa puesta podría ser la cumbre entre los presidentes de los países socios prevista para los días 13 y 14 de noviembre.

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