«Occidente no apoya lo suficiente a Túnez en la lucha contra el terrorismo»

Entrevista con el primer ministro tunecino, Habib Essid

Habib Essid, durante la entrevista con ABC IGNACIO GIL

GUILLERMO D. OLMO

Habib Essid dirige un gobierno de coalición que trata de consolidar la democracia en un Túnez amenazado por el terrorismo y el estancamiento económico. ABC lo entrevistó ayer en la capital de España, que ha visitado invitado por el Club de Madrid

-El reciente Nobel de la Paz al Cuarteto para el Diálogo Nacional Tunecino ha sido interpretado como un aldabonazo a la transición política en su país. Parece que son ustedes la última esperanza de Occidente para que la democracia florezca en los países que vivieron las primaveras árabes. ¿Se sienten esa última esperanza?

-No, no siento eso. Yo diría que necesitamos tener otros premios como ese y otras transiciones en el mundo árabe. Nosotros estamos muy felices por lo que hemos conseguido, pero hemos de ser muy prudentes. Hemos logrado lo primero en una transición democrática, que es entregar al pueblo esa democracia, pero no podemos olvidar que el pueblo está pidiendo trabajo, oportunidades económicas para mejorar su situación. Así que hemos cumplido la primera condición, pero tenemos otros desafíos, en seguridad y en economía especialmente, que hemos de superar para poder decir que hemos llevado a cabo una transición completa. Para eso se necesita todavía mucho trabajo.

-¿Está la democracia ya consolidada en Túnez o hay que mantenerla todavía en cuarentena?

-La democracia en Túnez no está en peligro, pero para cumplir con la democracia necesitamos hacer más cosas. Por supuesto que la gente aprecia tener sus libertades individuales, la libertad de prensa y todos sus derechos reconocidos, pero también quieren tener un trabajo y mejorar su situación. Lo que estamos intentando hacer es cumplir con todas esas necesidades, tener una democracia y tener también estabilidad social y seguridad para permitir tanto a los tunecinos como a los extranjeros invertir en el país.

-Pero los ataques terroristas que se han producido este año han dañado seriamente al turismo, que es la principal actividad económica del país, ¿Cómo lo están gestionando?

-Bueno, el turismo no es la principal actividad. Representa solo un 7% del PIB. Si incluimos actividades relacionadas con el turismo, entonces llegaríamos al 11%. Es decir, que el 89% viene de otras. Pero es cierto que las bárbaras acciones terroristas en el Museo del Bardo y en Susa ha tenido un impacto muy negativo. El número de visitantes que nos enviaban algunos países ha caído más de un 50%. Estamos intentando recuperarnos y recibiendo mucha colaboración de nuestros amigos en todo el mundo, como España. De hecho, nos hemos encontrado con miembros de la patronal CEOE para abordar este asunto y les hemos explicado lo que estamos haciendo para dar certezas a los inversores extranjeros que quieren regresar a Túnez. La situación económica en España ha tenido también consecuencias negativas y con la recuperación tenemos que renovar nuestra colaboración en todos los sectores económicos. A tal fin organizaremos encuentros comerciales bilaterales en Túnez.

-El Parlamento aprobó este verano la pena de muerte para los casos de terrorismo. ¿Creen que ese es el camino para defender su joven democracia?

-No hay que fijarse en la pena de muerte solo. En la nueva ley antiterrorista tenemos otros medios de los que hemos decidido dotarnos para combatir a los terroristas, sobre todo a aquellos que vuelven de Siria. Se trataba de clarificar que es lo que podemos hacer con esta gente y la nueva ley ha servido para eso. Pero la pena de muerte no es nueva. Existía en Túnez. Ahora será aplicable para algunos crímenes que...

-¿No ha habido ninguna ejecución?

-No. No, no, no. No ha habido ninguna desde 1991.

-¿Recibe Túnez suficiente apoyo de sus aliados occidentales?

-Nos apoyan, pero no lo suficiente. Tenemos una buena colaboración con nuestros vecinos europeos y amigos americanos, pero necesitamos más. Nos enfrentamos al terrorismo, que es un fenómeno internacional. En la lucha contra él tenemos que estar unidos porque este no es un asunto solo de Túnez. El terrorismo puede golpear en cualquier lugar del mundo. Puede ser en Turquía, en Francia o en cualquier sitio. Todo el mundo tiene que entender esto. Túnez hace lo que puede, pero necesitamos más apoyo.

-¿Qué tipo de apoyo?

Se precisan dos tipos de cooperación. Una es la cooperación de inteligencia. Hay países que tienen una información que nosotros no tenemos y nosotros tenenos alguna información que otros países no tienen. Necesitamos compartir la información, para poder defendernos mejor. La otra parte del asunto es el dinero y los equipos. Especialmente, en Túnez que tiene muchos lugares a los que es muy difícil llegar. Para sobrevolarlos de noche y otras operaciones necesarias, necesitamos helicópteros y otros medios que cuestan mucho dinero. Cuando tienes un presupuesto escaso con el que afrontar el problema de la pobreza y la cuestión social, por un lado, y la seguridad por otro, la elección es muy difícil. Deberíamos colaborar más en materia militar y recibir más equipamiento, porque nosotros estamos defendiendo a nuestro país, pero también a los suyos.

-Los peligros que amenazan a Túnez son imposibles de entender si no se atiende al caos imperante en Libia. ¿Cómo puede resolverse?

-Debería resolverse y este es también un asunto internacional. Con la situación reinante en Libia, todo el mundo está en peligro. Nosotros estamos en primera línea, seguro, y estamos directamente concernidos por lo que allí pasa, pero todos los demás países lo están indirectamente. La comunidad internacional tiene que entender que estamos obligados a encontrar una solución definitiva para Libia y poner más presión a los libios para hacerles entender que tienen que encontrar una solución política en su propia comunidad. Sin esta presión, creo que será muy difícil resolver este problema. Hay que poner más, más y más presión para hacer que los libios constituyan ese gobierno de unidad que sería solo el prinicipio. Porque ese gobierno sería solo el primer paso, pero necesitaremos dar muchos más para solucionar todos los problemas en curso. Como sabe, hay muchos grupos armados y es muy difícil tratar con ellos. La comunidad internacional tiene que poner toda la presión política posible. Estoy hablando de medios políticos, no armados.

-¿El gobierno de unidad tunecino podría ser un ejemplo para los libios?

-En nuestro gobierno tenemos cuatro partidos que representan a dos tercios de la Asamblea Nacional. Ese apoyo al Gobierno es importante. No hay duda de que lo que estamos viviendo en Túnez es una muy buena experiencia. No ha sido fácil de alcanzar y no es fácil de manejar, pero hemos conseguido que todos estén implicados en el trabajo que hace a diario el Gobierno.

-En su gabinete están también los islamistas de Enhadda, ¿tiene una buena relación con ellos?

-Tenemos muy buena relación. Hay instituciones en las que discutimos las decisiones que adoptamos en el Gobierno, pero hasta ahora, después de estos escasos nueve meses de experiencia, a pesar de que hemos encontrado dificultades, sentimos que estamos progresando lenta pero firmemente hacia una acción más decidida del Gobierno.

-Se ha publicado que miles de jóvenes tunecinos marchan a Siria a engrosar las filas de Estado Islámico. ¿Sigue dándose ese problema?

-Sí, todavía ocurre. Es un verdadero problema. Hemos tomado muchas decisiones al respecto. Es mucho más difícil tratar con ellos cuando vuelven a Túnez, porque allí reciben entrenamiento y experiencia efectiva en combate. Cuando regresan son un grave peligro. Estamos intentando solucionarlo con esa ley antiterrorista de la que hemos hablado antes y con muchas medidas para impedir a los residentes en Túnez viajar a esos países o, si lo hacen, que vuelvan a nuestro país a llevar a cabo acciones de importancia.

-¿Por qué cree que se van? ¿Qué empuja a un joven a dejar a su país para irse a hacer la guerra junto a unos fanáticos?

-Hay razones ideológicas; están convencidos de que eso es lo correcto. Y también hay razones basadas en la pobreza, en la falta de empleo. Cuando no tienen dinero o un trabajo permanente que les permita vivir decentemente, esto les empuja a irse allí.

-Tras el atentado en Susa, su Gobierno decidió que las mezquitas que alimentarán las ideas terroristas serían clausuradas. ¿Están encontrando resistencia?

-Lo hemos hecho muchas veces y hemos cambiado los imanes de muchas de ellas, porque tenemos un problema importante con eso. A veces nos hemos encontrado con el rechazo de sus seguidores, pero esta es una decisión que debía llevarse a cabo. Gradualmente, por supuesto, hemos ido apartando a todos los que llamaban a la gente a marcharse a combatir. Ha habido protestas, pero todos tenemos que respetar la ley.

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