Naciones Unidas busca cerrar las heridas del conflicto de Sudán del Sur

El presidente Salva Kiir reitera a Ban Ki-moon su compromiso en implementar los acuerdos de paz que deben poner fin a dos años de cruentos combates

EDUARDO S. MOLANO

El presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, ha reiterado al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, su compromiso en implementar los acuerdos de paz que deben poner fin a la crisis que sacude el país desde diciembre de 2013.

La visita del secretario general de la ONU a Sudán del Sur, quien recordó al Gobierno su responsabilidad en proteger a la población local, se produce solo días después de que Kiir reinstituyera en la Vicepresidencia a su histórico rival Riek Machar , tras más de dos años de conflicto armado.

El nombramiento había sido acordado en los tratados de paz de agosto pasado y está encaminado a acabar con las matanzas perpetradas por el Gobierno y los grupos leales a Machar, quien ya ejerció como vicepresidente sursudanés hasta su caída en desgracia en julio de 2013. De igual modo, para comienzos de marzo está previsto que las tropas de Machar comiencen su despliegue en la capital del país, Juba; en un primer contingente de 1.370 soldados. Precisamente, el origen de la última crisis que ha sacudido el Estado más joven del mundo se remonta a finales de 2013, cuando el presidente Kiir, de la etnia dinka, acusó a Machar, de la etnia nuer, de planear la toma del poder por la fuerza , lo que degeneró en disturbios armados en amplias regiones del país.

En agosto pasado, es cierto, ambos rivales acordaban poner fin a las hostilidades. Aunque nada de esto se ha producido.

Según denunciaba un reciente informe de Naciones Unidas, el Gobierno y las fuerzas rebeldes de Sudán del Sur han perpetrado ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y violaciones en grupo.

«Muy pocos lugares en las zonas de conflicto han estado a salvo, ya que las partes han atacado intencionalmente refugios tradicionales, como lugares de culto, hospitales y, de vez en cuando, las bases de las Naciones Unidas» , asegura el documento. «Estos ataques revelan un desprecio chocante por la vida, con un número cada vez mayor de grupos armados involucrados en la violencia», añade.

Es más, desde el proceso de paz, en las comarcas centrales y meridionales del estado de Unity, decenas de pueblos han sido arrasados, los cultivos de alimentos destruidos y el ganado saqueado, en una estrategia deliberada por el Gobierno y el Ejército para privar a los civiles de cualquier fuente de sustento y forzar su desplazamiento.

La guerra de Kiir y Machar

«Ésta es sola una lucha por el poder», recordaba recientemente a ABC el líder opositor Lam Akol, quien lamentaba que estas conversaciones de paz no fueran inclusivas con todos los grupos. «Kiir y Machar son culpables de la actual crisis, así como la vieja cúpula que se sublevó (…) Estamos en el filo (del abismo). Si esta guerra continúa por uno o dos años más, será un desastre», advertía el ahora líder de la oposición política.

La propuesta de los negociadores en agosto implicaba la creación de un Gobierno de unidad (donde Machar actuaría de vicepresidente) de 30 meses de duración. Concluido ese plazo, se celebrarían elecciones con la posibilidad de que ambos políticos presentaran su candidatura .

A pesar de las buenas intenciones de cara a la galería, en el documento de Naciones Unidas se narran al menos 280 casos de violencia sexual relacionada con el conflicto, incluyendo violación en grupo, esclavitud sexual y aborto forzado, así como un fuerte aumento en el reclutamiento de menores soldado, con un mínimo de 13.000 y 15.000 niños captados, principalmente, pero no de forma exclusiva, por las fuerzas de la oposición.

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