¿Por qué murieron 59 personas en Las Vegas? La investigación se cierra sin respuesta

Ha pasado casi año y medio desde que Stephen Paddock disparara contra las miles de personas de un festival country en Las Vegas

AFP

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Ha pasado casi año y medio desde que Stephen Paddock disparara contra las miles de personas que disfrutaban un festival de música country en Las Vegas. Apostado en una habitación alta del Mandala Bay uno de los mayores hoteles de la ciudad del juego, y armado hasta los dientes, Paddock vacío cargador tras cargador contra la muchedumbre. Murieron 59 personas y cerca de novecientas resultaron heridas, en la peor matanza de la historia moderna de EE.UU.

La investigación de la tragedia ha conseguido descubrir hasta el último detalle del tiroteo. Quién fue el asesino, a qué se dedicaba, qué vida tenía, dónde compró las armas, cómo ingresó al hotel, desde dónde disparó y cómo se quitó la vida antes de que le detuviera la policía. La principal pregunta, sin embargo, sigue en el aire: ¿por qué lo hizo? La respuesta ya no llegará. El FBI ha anunciado este martes que cerraba la investigación de la matanza sin encontrar «un único o claro factor de motivación» en Paddock. La policía de Las Vegas acabó sus pesquisas el verano pasado.

«Todo trató de conseguir el mayor daño posible y convertirse en alguien infame», aseguró a la agencia AP Aaron Rouse, el agente que dirige las operaciones del FBI en Las Vegas.

Eso esto todo lo cerca que está de las motivaciones de Paddock el informe elaborado por la Unidad de Análisis del Comportamiento. No tuvo que ver con deudas de juego, con una especial inquina a alguno de los casinos, ni con la pertenencia a algún grupo político o religioso ni con ningún tipo de motivación ideológica. Paddock, que tenía 64 años, tampoco dejó notas, ni manifiestos antes de dispararse a sí mismo, algo que los investigadores creen que fue planeado.

La tragedia sucedió en la noche del 1 de octubre de 2017, mientras se celebraba un festival multitudinario, con cerca de 22.000 personas en un recinto al aire libre en un extremo del «strip», la gran avenida de Las Vegas jalonada de hoteles y casinos. La lluvia de disparos llegó desde el piso 32 del Mandala Bay y se extendió durante diez minutos, en los que Paddock tiroteó a placer con las dos decenas de rifles que acumuló en su suite.

Paddock era un empleado retirado del servicio de Correos, que también se había dedicado a la contabilidad y a inversiones inmobiliarias. Vivía en Mesquite , una localidad somnolienta al Este de Las Vegas, un refugio de jubilados como él que buscan golf y vida tranquila. Era un gran aficionado al juego y tan conocido en los casinos que el Mandala Bay le ofreció gratis esa habitación y no cuestionó que utilizara un ascensor de carga para subir una cantidad insospechada de maletas. Iban llenas de armas y munición.

«Si hubiera querido dejar un mensaje, lo habría hecho. Lo cierto es que él no quería que la gente supiera sus motivos», añadió Rouse.

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