Así se muere en el Mediterráneo: «Salimos 15 y solo quedo yo»
Un etíope cuenta la increíble historia de su salida de Libia con otros catorce, entre ellos una mujer encinta
Mohamed Adam Oga, 38 años, ha sido el único superviviente de un grupo de 15 personas, procedentes de Etiopía, Ghana y Somalia, que partieron de Libia en una lancha neumática. Todos sus compañeros de viaje, entre ellos una mujer embarazada, murieron deshidratadas bajo un sol abrasador.
Su dramática odisea durante un eterno viaje de 11 días la ha contado al periódico «Times of Malta» en el hospital Mater Dei de La Valletta. Es una historia increíble que no puede dejar a nadie indiferente.
«Partimos 15, entre ellos una mujer encinta. No teníamos agua, ni alimentos, ni carburante. Salimos el primero de agosto de la playa libia de Zaywa. Pagamos 700 dólares. Los traficantes nos dieron un GPS y nos dijeron: “Id hacia Malta. Primero se agotó el combustible, después el agua y luego los alimentos. Comenzados a beber agua de mar. Después de cinco días murieron las primeras dos personas. Después cada día morían otras dos», relata.
La mujer embarazada y otro hombre procedían de Ghana, dos eran de Etiopía y el resto de Somalia.
Originario de Etiopia, Mohammed cuenta haber sido un político del Frente de Liberación de Oromo (una organización política constituida en 1973 por nacionalistas del grupo étnico Oromo para promover la independencia de la región de Oromia). «Si regreso a Etiopía, seré arrestado», confiesa. En los últimos 15 años, Mohamed vivió en Eritrea y después en Sudán, donde a consecuencia de una graves crisis política ha habido masivas protestas y homicidios.
Mohamed viajó a Libia por indicación de amigos en Alemania que le sugirieron unirse a ellos. Una vez en Libia, encontró a Ismail, joven de 20 años de Somalia, y a un traficante de seres humanos que organizó su travesía en una lancha neumática hacia la Europa que soñaban. «Ismail me dijo: Vamos a morir juntos», recuerda.
Especialmente dramático es su testimonio sobre cómo él y sus compañeros de viaje gritaron desesperadamente para obtener ayuda de los barcos y helicópteros que veían: «Vimos muchas naves. Gritamos: ‘¡Socorro, socorro!’ Gesticulábamos con los brazos, desesperados, para hacernos escuchar. Pero, nada. Veíamos pasar aviones y helicópteros sobre nuestras cabezas, pero ninguno nos socorrió».
Un horror cotidiano
Al describir cómo sus compañeros de travesía, uno a uno, fueron perdiendo la vida, cierra los ojos: «Han muerto en la barca. Hacía mucho calor. Estábamos ya sin alimentos ni agua». Con enorme fatiga Mohammed Adam Oga ha explicado que los cuerpos de los compañeros muertos comenzaron a descomponerse por el calor: «Hacía un calor terrible y los cuerpos comenzaban a ir en putrefacción. No tuvimos otra opción que arrojarlos al mar por el insoportable olor».
Al final, sobre la lancha neumática solo quedaron dos, Mohamed e Ismail, su joven compañero, al que los socorristas de Malta encontraron muerto en la barca: «Ismail me dijo: “Vamos a morir juntos, al fin y al cabo han muerto todos”. Después tiró al mar el teléfono y el GPS. Yo le dije: “Si quieres morir, muere tú, yo no quiero morir”».
Los últimos días de la travesía, Mohammed los recuerda de forma muy confusa, «como un sueño». El pasado lunes, un helicóptero de las Fuerzas Armadas de Malta lo salvó, después de que un avión de Frontex (la Agencia europea para la guardia de las fronteras y costas) hubiera visto la lancha neumática. A bordo, al lado de Mohammed, solo estaba el cadáver de Ismail. Las Fuerzas Armadas hicieron la foto, hoy dramático testimonio del horror cotidiano en el mar Mediterráneo. Mohamed ha podido contarlo, cree en los milagros y expresa su gratitud a los militares que lo salvaron: «Dios mandó a los malteses para salvarme».
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