Moon Jae-in, activista demócrata y soldado de élite

Hijo de refugiados norcoreanos, el ganador de las elecciones surcoreanas luchó contra la dictadura e hizo la mili en el Paralelo 38

El presidente electo de Corea del Sur, Moon Jae-in, se dirige a sus seguidores en la plaza Gwanghwamun, de Seúl, este martes Reuters
Pablo M. Díez

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De no ser por los azares del destino, Moon Jae-in podría vivir hoy en Corea del Norte en lugar de ser el nuevo presidente del Sur. Huyendo de la guerra civil entre 1950 y 1953, sus padres abandonaron su pueblo del Norte a bordo de un barco de la Armada estadounidense y se refugiaron en la isla de Geoje, en el extremo suroriental de la Península Coreana. Allí, su padre trabajaba en un campo para prisioneros de guerra del Norte y de China cuando Moon vino al mundo unos meses antes del fin de la contienda. A su tía materna, que se quedó en el Norte, solo pudo conocerla medio siglo después, cuando viajó hasta ese país para acompañar a su madre en un programa de reuniones familiares en 2004.

Para el nuevo inquilino de la Casa Azul, la residencia presidencial surcoreana, la relación con el régimen del joven dictador Kim Jong-un irá más allá de la política y será algo personal. A la vista de su biografía, Moon Jae-in podría dar bastante guerra .

Tras asentarse con su familia en la ciudad de Busan, Moon entró en la Universidad de Kyunghee, donde estudió Derecho mientras organizaba protestas contra la dictadura . Debido a este activismo político, fue asignado a las Fuerzas Especiales cuando le tocó hacer la mili y acabó destinado en el Paralelo 38 , la caliente frontera con el Norte. Allí participó en el denominado «incidente del hacha» en 1976 , en el que dos soldados estadounidenses murieron a manos de tropas norcoreanas al intentar cortar un árbol que les dificultaba la visión desde su puesto de vigilancia.

Una vez licenciado, se convirtió en abogado porque fue vetado como juez o fiscal , una vez más, por sus protestas universitarias. Especializado en la defensa de derechos humanos durante los últimos años de la dictadura, fue discípulo de Roh Moo-hyun , quien llegó a ser presidente entre 2003 y 2008 y lo fichó para su Gobierno. Ambos conservaron la amistad hasta el suicidio en 2009 de Roh, quien estaba siendo investigado por corrupción.

Aboga por el diálogo

Casado y con dos hijos, este católico de 64 años toma las riendas de Corea del Sur en plena escalada militar con el régimen del joven dictador Kim Jong-un. Durante la campaña, ha abogado por reabrir el diálogo con Pyongyang para acabar con la «mano dura» empleada por los gobiernos conservadores durante los últimos ocho años. Un cambio que puede enemistarle con el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha intensificado su retórica militar contra Corea del Norte para impedirle un nuevo ensayo atómico.

Además, el Pentágono ha desplegado en suelo surcoreano un escudo antimisiles para protegerse de las amenazas de Kim Jong-un. Aunque Moon ha prometido que lo revisará porque fue una decisión unilateral del anterior Gobierno, nadie cree que pueda obligarle a Trump a retirarlo. Ni siquiera con sus viejas dotes como activista demócrata o soldado de élite.

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