México se prepara para una guerra comercial y diplomática con EE.UU.
Peña Nieto y Trump acuerdan no hablar en público sobre quién pagará el muro
Después de cancelar la reunión prevista para el 31 de enero , el presidente de México, Enrique Peña Nieto, mantuvo ayer una conversación telefónica de una hora con el presidente de EE.UU., Donald Trump, en la que acordaron no hablar en público sobre quién pagará el muro, una charla que se produjo en medio de la polémica por el gravamen del 20% que, en realidad, terminaría repercutiendo en las empresas y los consumidores de EE.UU..
Un arancel del 20% -que por supuesto acabaría con el Tratado de Libre Comercio (TLC)- tendría un efecto devastador para la economía mexicana, ya que el comercio exterior representa un 72% de su PIB y cerca del 70% de sus exportaciones tienen a EE.UU. como destino. Sin embargo, al otro lado de la frontera, el golpe no sería tan significativo porque la primera potencia tiene un músculo comercial mucho más tonificado y diversificado.
«Por mucho que diga Trump, legalmente no puede imponer un impuesto del 20% porque va en contra de las normas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta) y de la Organización Mundial de Comercio (OMC)», asegura el economista de la Universidad de Guadalajara, Antonio Ruiz, quien descarta que esta guerra comercial continúe y da por hecho que ocurrirá una renegociación del TLC entre este año y el siguiente.
Salir del Nafta
Salir del Nafta es muy sencillo. El Ejecutivo simplemente tiene que informar de que abandona el acuerdo sin necesidad de pasar por el Congreso. Sin embargo, automáticamente entrarían en vigor las normas de la OMC que establecen un arancel promedio entre países del 3%, una tasa muy lejana del 20% de Trump, según explica Ruiz.
Ante esta situación de continua amenaza, las armas de las que dispone México son tres: denunciar a EE.UU. ante el tribunal del Nafta, ante la OMC o dejar que el tiempo pase y adormecer la situación. Las dos primeras podrían ahora mismo empeorar el contexto actual, dado que aún no ha habido ningún comunicado ni movimiento oficial en EE.UU. por imponer este impuesto. Anuncio que ayer mismo matizaron desde la Casa Blanca, calificándolo tan solo de una «idea».
Para el profesor español en relaciones internacionales, Antonio Gil, quien también trabaja en la Universidad de Guadalajara, la mejor opción que deben tomar los dirigentes mexicanos es comenzar una diplomacia de segundo nivel, es decir, una diplomacia discreta que permita llegar a acuerdos y suavizar las relaciones entre los vecinos. «México debe tener en cuenta que Trump va a tener muchos frentes abiertos con China, Siria y Europa. Tiene que saber esperar y dejar que el tiempo pase» , afirma el especialista.
Gil además asegura que a pesar de los continuos mensajes que lanza Trump contra México, la realidad es que a EE.UU. le interesa que haya estabilidad en su vecino del sur, dado que a peor situación económica tengan los aztecas, mayor será la emigración a la primera potencia. En ese aspecto, el Nafta, un tratado que ha multiplicado por cuatro el comercio entre ambos países, ha sido un elemento clave para el desarrollo económico que ha logrado México en los últimos 20 años.
Industria del automóvil
La industria automotriz, sobre la que el presidente de EE.UU. ha centrado gran parte de sus amenazas , genera estabilidad y empleo que sustentan a cerca de 800.000 familias mexicanas, según el Inegi -el INE del país-. México fabrica más de tres millones de coches al año, de los cuales un 77% se venden a EE.UU., aunque para su ensamble previamente se importan más del 40% de las piezas de la primera potencia, un país del que en 2016 México importó productos por valor de 210.000 millones de dólares.
En estados como Kansas, por ejemplo, el 99% del maíz cultivado se vende a México, o el 41% de las exportaciones petroleras de Luisiana tienen el vecino del sur como destino. Es cierto que el comercio bilateral deja un saldo a favor de México de 60.000 millones de dólares, como repite constantemente Trump, pero miles de empleos y empresas estadounidenses venden diariamente sus productos a los 120 millones de aztecas.
«Las conexiones económicas son muy estrechas desde hace mucho tiempo», comenta el economista Ruiz, razón por lo que descarta una futura guerra comercial entre ambos países y considera que todo este embrolló terminará con una renegociación del Nafta. «Creo que el proceso se iniciará el año próximo. Hasta entonces, México tiene que intentar dilatar esas negociaciones lo máximo posible», sentencia.
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