Merkel intenta calmar a un Erdogan muy beligerante

El presidente turco no perdona la prohibición de varios mítines electorales de representantes de su gobierno en suelo alemán

ROSALÍA SÁNCHEZ

Una de las más arriesgadas jugadas de Merkel para tratar de allanar el camino del éxito en esta cumbre del G-20 fue la reunión que mantuvo a última hora de ayer con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que llegaba dispuesto a hacer ruido y que en las horas previas a la cumbre declaró en una entrevista que no se arrepiente "en absoluto" de haber acusado a Alemania de actuar como en la época nazi, buscando de nuevo la confrontación con Merkel.

Erdogan no perdona la prohibición de varios mítines electorales de representantes del Gobierno turco en suelo alemán pidiendo el voto para el referendum que votaba el establecimiento de una legislación presidencialista en su país. Tampoco se le ha permitido, como había solicitado por vía oficial, reunirse en Hamburgo con la diáspora turca, y considera que "ese comportamiento se remite a la épica nazi y es absolutamente un signo de fascismo", según dijo en declaraciones a France 24, en las que además lanzó que "Alemania se está suicidando" por las políticas de su actual gobierno.

Según fuentes del gobierno alemán, Merkel deseaba ofrecer una explicación personalmente acerca de "las buenas razones y argumentos" que han impedido ese acto , así como la denegación del permiso al personal de seguridad de Erdogan en Hamburgo para portar armas. La canciller alemana estaba dispuesta a no mencionar las detenciones de periodistas en Turquía, después de que Erdogan haya considerado "muy curioso" que se preocupe personalmente por la situación de sospechosos de apoyar el terrorismo kurdo. Todo ello para calmar al presidente turco, cuya inclinación hacia Trump o hacia Putin puede terminar teniendo influencia.

"No me obligue a tomar este tipo de decisión, no tiene derecho a ello", dijo en la citada entrevista al ser preguntado si desea desarrollar sus relaciones preferiblemente con EE.UU. o con Rusia, una cuestión sobre la que deliberó mirando el mapa. "EE.UU. está a unas 10 horas de vuelo de Turquía, Rusia está a 2,5 horas de vuelo. Además, tenemos una frontera marítima común con Rusia en el mar Negro. Actualmente, Rusia ocupa el segundo lugar, después de Alemania, en número de turistas que visitan Turquía anualmente", resumió los argumentos que podrían determinar su postura. "Compartimos con Rusia el objetivo de aumentar el volumen de nuestro intercambio comercial hasta los 100.000 millones de dólares.

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