Maduro resiste, la Casa Blanca calla
Trump tiene listo un plan para inyectar dólares en Venezuela si cae Maduro
Tras dos meses advirtiendo a Nicolás Maduro de que cualquier medida represiva contra Juan Guaidó obtendría una respuesta contundente de Estados Unidos, la plana mayor del gobierno norteamericano mantuvo ayer silencio ante la retirada de la inmunidad y el posible enjuiciamiento del presidente encargado por parte de los aliados del chavismo. Sólo uno de los principales asesores de Donald Trump en materia económica salió ayer a revelar que tiene listo un plan para inyectar dólares en Venezuela en el mismo instante en el que caiga Maduro. Antes, sin embargo, Maduro debe caer y de momento la Casa Blanca no ha revelado si también tiene un plan concreto para eso.
Después de que la Asamblea Constituyente, instrumento chavista, retirara la inmunidad parlamentaria de Guaidó el martes por la noche, el presidente norteamericano alteró su agenda para incluir en ella dos reuniones con su cúpula militar. A pesar de que Trump y su equipo han sido muy dados a advertir contra el acoso a Guaidó, ayer mantuvieron un silencio sepulcral. El influyente consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, recibió en la Casa Blanca al ministro español de Exteriores, Josep Borrell, y ambos hablaron sobre la crisis venezolana en privado. En el pasado, Borrell ha expresado el rechazo frontal del gobierno español a la intervención armada.
Hoy, finalmente, Trump le ha encargado a su ministro de Exteriores, Mike Pompeo , que trate en la reunión ministerial de la OTAN en Washington la crisis venezolana y la injerencia de Rusia en ella, ya que Moscú ha enviado 100 soldados a calibrar un sistema de misiles . Descartado el Consejo de Seguridad de la ONU, en el que Rusia tiene poder de veto, la Casa Blanca busca respaldo en foros internacionales para una posible intervención por razones humanitarias. Tanto Brasil como Colombia han apoyado firmemente a Guaidó y han aceptado colaborar con Trump.
De momento, para gran incomodidad de la Casa Blanca, Maduro ha resistido todas las presiones . A las decenas de oleadas de sanciones se añadió en febrero un embargo a la compra de crudo venezolano por parte de las refinerías norteamericanas. Tampoco ha tenido efecto alguno que EE.UU. haya logrado que 54 naciones reconozcan a Guaidó como presidente legítimo. En una decisión poco ortodoxa, altos funcionarios norteamericanos han llegado a llamar por teléfono a generales venezolanos instándoles a que den la espalda a Maduro para salvar así su patrimonio en el extranjero. El ministro de Defensa, Vladímir Padrino, admitió la semana pasada que le llamó Bolton en persona.
Ayer, por primera vez, la Casa Blanca reveló que tiene listo un plan de revitalización económica de Venezuela que pasaría por inyectar dólares —que no bolívares, completamente depreciados— a través de cuentas bancarias y aplicaciones móviles. El director del Consejo Económico Nacional, Larry Kudlow, reveló ayer en un desayuno informativo organizado por el diario Christian Science Monitor que ha elaborado “un plan de rescate, un plan de reestructuración, que inmediatamente inyectará dólares en su economía”. Para ello, la Casa Blanca se coordina, dijo, con el Fondo Monetario Internacional.
La inflación ha golpeado con dureza a la economía venezolana, con un aumento anual de 2.295.981%, según la Asamblea Nacional, que también preside Guaidó. El propio FMI calcula que este año la inflación supere los 10.000.000%. En un intento de contener la deriva de su moneda, Maduro le quitó el año pasado cinco ceros. En muchos casos, el papel en el que están impresos tiene más valor que los propios billetes de 500 bolívares. Al cambio real, el dólar se vende por encima de los 3.500 bolívares.
Hace dos semanas, el régimen de Maduro arrestó al jefe de gabinete y mano derecha de Guaidó, el diputado Roberto Marrero, que sigue en paradero desconocido. Aunque el propio Bolton dijo que cualquier agresión contra los miembros de la Asamblea Nacional obtendría una respuesta contundente, la Casa Blanca de momento se ha abstenido de ir más allá de una condena verbal y un leve endurecimiento de las sanciones económicas.
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