Macron se prepara para un maremoto de protesta social y crisis económica
El Ministerio de Interior prevé huelgas por el auge del precio del combustible y la pérdida de poder adquisitivo
Los resultados de las legislativas obligan a Macron a una remodelación profunda de su Gobierno
Terremoto político en Francia: Macron, incapaz de frenar el avance de los extremismos

El presidente con la mayoría parlamentaria más modesta de la historia de la V República , Emmanuel Macron, enfrentado a cara de perro con una oposición muy dura de extrema izquierda y extrema derecha populistas, debe afrontar con urgencia inflamables crisis sociales y ... económicas.
El Ministerio del Interior alertó hace días de un rosario de huelgas y movimientos de protesta por venir, en los hospitales, en los servicios públicos, con amenazantes crisis de muy diversa naturaleza: el incremento del costo de la ‘cesta de la compra’, la degradación del poder adquisitivo, la subida del precio de los combustibles…
Ante ese riesgo, temido, de movimientos de protesta social profunda, de tipo chalecos amarillos, Élisabeth Borne, jefa de Gobierno y primera ministra, se apresuró a anunciar medidas de «urgencia inmediata» : la concesión de un «cheque alimenticio» para las familias más modestas, una «prima» contra la inflación, la primera ronda de negociaciones (empresas, sindicatos, gobierno) para «replantear» la reforma del sistema nacional de pensiones, la gran reforma nacional prometida hace cinco años…
Reformas pospuestas
Macron fue elegido presidente, en 2017, prometiendo la «Revolución», título de su libro y programa: «Reformar Francia para refundar Europa». Entre 2017 y 2022, Macron tuvo una mayoría parlamentaria absoluta de 338 diputados . Pero la «revolución» fue aplazada indefinidamente. Entre noviembre del 2018 y el primer confinamiento sanitario de 2020, los chalecos amarillos de extrema izquierda y extrema derecha movilizaron a centenares de miles de manifestantes. Las reformas quedaron aplazadas.
Reelegido presidente, el pasado mes de abril, Macron se encuentra hoy con una mayoría parlamentaria, relativa, de 245 escaños , en una Asamblea Nacional (AN, primera cámara del Parlamento), donde la extrema izquierda y la extrema derecha prometen una oposición radical.
Marine Le Pen, presidenta de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), reclama una vicepresidencia de la Asamblea y la presidencia de la Comisión de finanzas. La Nueva Unión Popular, Ecológica y Social (Nupes), dominada por La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista), liderada por Jean-Luc Mélenchon, ha comenzado por presentar una moción de censura, el próximo 5 de julio.
Aritméticamente, esa moción tiene pocas posibilidades de triunfar: pero confirma la fragilidad excepcional de los nuevos equilibrios parlamentarios y la complejidad del Gobierno de la nueva Francia, angustiada, dividida y fragmentada a todos los niveles, sociales, culturales y políticos.
La moción de censura será previsiblemente apoyada por los distintos grupos parlamentarios de los partidos que componen la Nupes: La Francia Insumisa (72 escaños), el PS (26 escaños), los ecologistas de EELV (23 escaños) y el PCF (12 escaños). Sin embargo, será sin duda rechazada por los partidos que apoyan al presidente Macron y su gobierno: Renacimiento (160 escaños), MoDem (48 escaños), Horizontes (28 escaños) y otros varios grupúsculos que tienen otros 9 escaños.
¿Apoyará la extrema derecha la moción de censura de la extrema izquierda? Incluso con los 89 diputados de extrema derecha, la moción solo contaría con unos 200 diputados , cuando la mayoría relativa de Macron es de 245 diputados. ¿Apoyarán los 64 diputados de Los Republicanos (LR, derecha tradicional) la moción de censura de la extrema izquierda populista? No parece evidente. Se trataría de una unión ‘contra natura’, cuando buena parte de la derecha tradicional aspira a convertirse en comodín de Macron, condenado a gobernar con alianzas a geometría variable.
Gobierno hipotecado
La moción de censura tiene una virtud pedagógica : Macron tiene una modesta mayoría relativa en la AN, y es el presidente con menos apoyo parlamentario de la V República. Pero, por ahora, no existe una alternativa.
Todos los proyectos y gestos gubernamentales están literalmente hipotecados . Macron y su Gobierno tendrán que negociar con centristas, reformistas, liberales y conservadores, cuando Le Pen y Mélenchon utilizarán cada proyecto para apoyar todo tipo de protestas callejeras.
La fragilidad de unos y otros corre el riesgo de atizar demagogias . Macron parece dispuesto a firmar cheques sin fondos conocidos, con cargo al déficit y la deuda públicas, como ocurre en Italia, España, Grecia y Portugal, para intentar frenar la contestación social.
Mélenchon y Le Pen no dudan en recurrir a la demagogia pura y dura, reclamando medidas «excepcionales» como la jubilación a los 60 años, la semana laboral de cuatro días, el salario mínimo neto a 1.500 o 1.600 euros, control de precios y fronteras, la «primacía» de la legislación nacional contra la legislación europea, la hostilidad al ingreso de Ucrania en la UE, el «distanciamiento» de Francia hacia la UE y la Alianza Atlántica…
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