Macron convoca excepcionalmente al Congreso: «De la arrogancia positiva a la arrogancia brutal»
A raíz de la caída de popularidad en los últmos sondeos, el presidente franceses reúne a la Asamblea Nacional y al Senado
Emmanuel Macron espera salir del hoyo donde ha caído dirigiéndose a la nación a través del Congreso, que reúne excepcionalmente a las dos cámaras del parlamento francés, la Asamblea nacional (cámara baja) y el Senado (cámara alta), en Versalles.
Todos los diputados y senadores de Francia son invitados a escuchar al jefe del Estado , desde el púlpito presencial del antiguo palacio real de Versalles, a primera hora de la tarde de este lunes.
Los presidentes de Francia pueden convocar en sesión extraordinaria al Congreso de la nación desde la reforma deseada por Nicolas Sarkozy , el 2008. Candidato a la presidencia, Emmanuel Macron anunció durante su victoriosa campaña de 2017 que se dirigiría a la nación, a través del Congreso, una vez por año, con el fin de «dar cuentas» de su acción.
Cumplido el primer aniversario de su instalación en el Elíseo , Macron reúne al Congreso, en Versalles, en un momento políticamente sensible, cuando el 60 % de los franceses tienen mala o muy mala opinión de su gestión de los negocios públicos.
«Con problemas, Macron espera dar un nuevo aliento a su presidencia », afirma Le Figaro (conservador). «Macron, estado de desgracia», titula Libération (izquierda). «El presidente intenta dar un impulso a acción», titula Le Monde (izquierda reformista). “Intenta servirse del Congreso para relanzar su acción», añade Les Echos (medios financieros).
A juicio Jérôme Jaffré , director del Cécop (Centro de estudios y conocimiento de la opinión pública), «la experiencia de los últimos cuarenta años demuestra que cuando un presidente alcanza el 60 % de malas o muy malas opiniones es muy difícil invertir la tendencia».
Tras doce meses de presidencia, la Francia «optimista» que eligió a Macron, esperando que pusiera fin al «declive nacional» de las presidencias de Sarkozy y Hollande, comienza a tener ciertas dudas de fondo.
Los franceses acomodados y burgueses sigue confiando en Macron y en la eficacia esperada de las reformas iniciadas con éxito aparente. Pero comienzan a crecer dudas de muy diversa naturaleza.
La «arrogancia positiva» del primer Macron fue percibida con alivio. ¡Al fin un presidente que restauraba el puesto de Francia en el mundo..! Las reformas del mercado del trabajo y el sistema nacional de ferrocarriles han sido percibidas como positivas o muy positivas. Por el contrario, las ambiciones macronianas para Europa han topado con una realidad europea insensible a las proposiciones francesas.
El diálogo con Donald Trump se ha transformado en una operación publicitaria sin resultados dignos de ese nombre.
La crisis de los inmigrantes ha dividido al núcleo duro de los electores y diputados macronianos. Para unos, el presidente es muy «blando», para otros es muy «brutal».
La comunicación política presidencial comienza a dar frutos podridos. Macron eclipsa a su gobierno, trata a su primer ministro como un mero «ejecutor» de sus órdenes. Macron está en campaña permanente. Invisibles los resultados concretos de su política, por ahora, al menos, la comunicación política y audiovisual permanente instala al presidente el centro del «tio vivo» de la vida pública. Macron corre el riesgo de pasar de la «arrogancia positiva» de hace un año a una «arrogancia brutal» en curso de posible gestación.
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