Macron enmienda a Trump con un firme veto al «aislacionismo y el nacionalismo»
Llamamiento del presidente francés en Washington a «defender juntos el orden mundial»
Después de los gestos de sintonía personal , los mimos y las alabanzas, hoy llegó el desmarque, la gran estampida ideológica, uno de los mayores jaques que un presidente ha propinado a la gestión de Trump. Emmanuel Macron, hoy en el camino de la tradición de sus antecesores en el Elíseo con un discurso ante las dos cámaras conjuntas del Congreso , rompió sin matices con todo lo que representa políticamente el presidente outsider, el magnate que desembarcó hace quince meses en la Casa Blanca y en el mundo para romper con el establishment. El sucesor de Lafayette, De Gaulle, Chirac, Mitterrand, Sarkozy, beneficiarios todos de una invitación que Estados Unidos ha cursado casi desde sus orígenes a la Francia que ayudó decisivamente a su independencia, aprovechó su acceso al corazón de Washington para lanzar un llamamiento en favor de la «libertad», la «democracia» y los «derechos humanos».
Pero el valor del discurso de Macron, erigido hoy en abogado del diablo, adquirió relevancia en su denuncia de todo lo malo que representa el actual ocupante del Despacho Oval, con especial acento en «el aislacionismo y el nacionalismo» . En contraposición con la política que representa su homólogo estadounidense, Macron recordó expresamente que «el mismo país que se inventó el multilateralismo en el siglo XX, es el mismo que debe preservarlo y reinventarlo en el siglo XXI».
Los mensajes críticos del presidente francés, pronunciados con vigor pese a su indisimulada «amistad» con Trump, precisamente por la misma condición de «outsider» político de la que también presume, resonaron con fuerza en una sesión solemne. Reunidos en el Capitolio se encontraban, la mayoría republicana, aliada a la fuerza o víctima interesada de su presidente, según se mire, y una minoría demócrata que aplaudió a rabiar al mandatario galo. La andanada a la forma de hacer de la Casa Blanca no impidió que la práctica totalidad de congresistas de la Cámara de Representantes y del Senado se rindiera a la proclama de Macron , quien, irónicamente, se apoyó en parte de la esencia del republicanismo estadounidense, hoy la deriva: rechazo del proteccionismo económico y defensa del orden asentado después de la II Guerra Mundial. Un compromiso global para la que el líder francés se sirvió de una cita de Franklin Delano Roosevelt , ante la necesidad de afrontar el momento «crítico» que vive el mundo: «La única cosa a la que tenemos que tener miedo es al miedo mismo».
Deconstrucción del trumpismo
En su progresiva e implacable deconstrucción del trumpismo, el presidente galo se mostró especialmente combativo al rebatir los argumentos con los que el presidente proteccionista ha desatado un terremoto comercial mundial. A menos de una semana de que Trump decida si impone o no a Europa los aranceles al acero (25%) y al aluminio (10%) que ha establecido a la importación de productos chinos, Macron se erigió en defensor del libre comercio internacional y de la desregulación y apeló a que cualquier solución para mejorar las relaciones entre países pase por «conversaciones en el marco de la Organización Mundial del Comercio». El presidente francés también se aferró a razones económicas. En contra de lo que plantea su amigo Trump en cada mitin en los estados industriales, Macron afirmó que los acuerdos comerciales internacionales «benefician a los trabajadores, al empleo y a la subida de salarios». Un argumento que completó volviendo la oración por pasiva: « Las barreras comerciales generan guerras comerciales cuyo precio final acaban pagando también las clases medias».
Tras una acometida antiTrump que habrán celebrado todos los pertenecientes a la política tradicional estadounidense labrada durante décadas, Macron no se olvidó de seguir cortejando al presidente ante el desafío iraní. Martilleando su promesa de endurecer el trato a Teherán, el presidente francés intentó ganarse al mismo Congreso que deberá sancionar al régimen de los ayatolás si Trump decide romper el acuerdo nuclear el 12 de mayo. Como si un cortafuego se tratara, Macron busca evitar una ruptura unilateral que condenaría a muerte el pacto. «Irán no va a tener armas nucleares ni ahora ni en cinco años ni en diez años. ¡Nunca!», remató, para regocijo de un respetable que siempre espera la máxima firmeza con uno de los tradicionales enemigos de Estados Unidos.
Acuerdo de París
El listado de reclamaciones al Trump que intenta subvertir los grandes compromisos internacionales se detuvo en el Acuerdo de París, el pacto suscrito por casi todos los países para combatir el cambio climático. Frente a la salida de Estados Unidos anunciada el pasado año por Trump, Macron fue tan parco como definitivo: «No hay Planeta B». Aunque fue éste uno de los pocos asuntos en los que el gobernante del Elíseo confesó públicamente su optimismo: «Un día, los Estados Unidos volverán y se unirán de nuevo al Acuerdo de París».
Claro que, tratándose del futuro medioambiental de la Tierra, Macron no convenció a todos los presentes. Thomas Massie, representante republicano por el cuarto distrito de Kentucky, se despachó en su cuenta de Twitter con estas objeciones: «El presidente francés es un socialista militarista, globalista y alarmista sobre la ciencia, que representa lo más oscuro del Partido Demócrata americano».
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