Macri promete una «oposición constructiva»
El primer presidente no peronista en terminar su mandato en democracia, pronunció un discurso lleno de esperanza pero frontal en a Plaza de Mayo
La derrota suele ser huérfana y la soledad, la condena que la acompaña. Mauricio Macri , presidente hasta el martes de Argentina, logró demostrar que ambas máximas no se cumplieran con él. Dicho de otro modo, llenó la Plaza de Mayo con una manifestación de gente agradecida, «porque queremos a Cristina (Kirchner) presa», porque, «vamos a volver», como decían sus leales y cerca de cien mil personas que descubrieron que la calle, no es sólo del peronismo.
«Nos estamos preparando para volver a hacer una oposición en Argentina», dijo Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad y actual presidenta del Pro, el partido de Mauricio Macri. Dura entre las duras, Bullrich acudió a una manifestación que se interpretó, más que como el último acto de su jefe en el Gobierno , como el primero que ejercía como líder, al menos de momento, de la oposición a Alberto Fernández .
«Esto está por empezar», garantizó Macri sobre una plataforma 360. El primer presidente no peronista en terminar su mandato en democracia, pronunció un discurso lleno de esperanza pero frontal. «Vamos a realizar una oposición constructiva y no destructiva», insistió. El fantasma de un nuevo asalto del «perokirchnerismo» que, en esta ocasión, tendrá a Alberto Fernández en la Presidencia, a las instituciones, sobrevoló antes de que el presidente electo tenga tiempo de jurar su cargo. La oposición que promete Macri será también, «firme y serena» y el principal objetivo: «defender la democracia».
Las personas que se concentraron, a media tarde del sábado, no se resignaban al abandono. «Sí, se puede», coreaban con la vista puesta en un regreso que, como el del kirchnerismo, haga historia. La primera prueba del algodón del futuro real de Macri, será en dos años, en las elecciones legislativas. «¡Vamos, Mauricio!», «¡Traidores!», clamaba la mujer que había montado un cartel con los rostros de los tres primeros tránsfugas de la coalición oficialista Juntos por el Cambio. Poder, como dinero, llama a poder y el de Macri es un hecho que se diluyó.
«Estoy acá furiosa». La expresión de una colega argentina, obligada a cubrir el acto, vino seguida de una explicación, «Vuelven porque Macri lo permitió. Lo único que tenía que hacer era terminar con el kirchnerismo pero prefirió darle alas y ahora nos tenemos que morfar (comer) a Cristina y a Alberto cuatro años». La estrategia fraguada en el corazón del macrismo, por Jaime Durán Barba, el todavía jefe de Gabinete, Marcos Peña y el propio Macri, de polarizar con las fuerzas de la vicepresidenta electa, demostró, demasiado tarde, que fue otro error.
A las seis debía arrancar la intervención de Macri frente pero, a esa hora, las calvas en Plaza de Mayo no eran una imagen favorable. El Gobierno esperó a cubrirlas. “Los argentinos no somos puntales”, comentaba Jorge Greco, secretario de comunicación pública cuyo futuro, como el de todo el equipo de este Gobierno, ahora está en el aire.
«No se creen lo que les entregamos», observó, a metros de Plaza de Mayo, un ministro de la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. El traspaso de poderes , «es prolijo, ordenado y las cuentas están claras», insistía. Otra cosa, será el discurso que mantendrá el kirchnerismo de cara a la galería. La herencia, tan maldita en términos económicos, como la de Cristina Fernández , será la mejor excusa de un Gobierno al que Macri exigió (o suplicó, según se mire) desde el escenario, «una justicia independiente, que se base en la ley, en la prueba y no en los discursos políticos». De nuevo el nombre sin pronunciar de Cristina Fernández rondaba entre la gente.
Mauricio Macri sueña y lo dejó bien claro, en volver. Lo dijo con una empatía sentida. También se esforzó en un imposible, tranquilizar por el futuro inmediata que, en unas horas, será presente: «No hay que estar angustiados por lo que se viene».
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