Bielorrusia

Lukashenko, el último dictador de Europa

Así calificó George W. Bush a este antiguo director de un «sovjoz» soviético que preside Bielorrusia desde 1994

Alexánder Lukashenko, en las celebraciones del Día de la Independencia de Bielorrusia el pasado 3 de julio en Minsk Reuters

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Alexánder Lukashenko , que cumplirá 66 años el próximo 30 de agosto, el último dictador de Europa , como le bautizó el expresidente norteamericano George W. Bush, fue uno de los pocos diputados bielorrusos que votó en contra de la independencia del país en 1991. Hasta aquel momento había dirigido un «Sovjoz», cooperativa agraria comunista, cerca de la ciudad de Mogiliov, junto a la frontera con Rusia.

[ Sombras de pucherazo tras la aplastante victoria de Lukashenko en las elecciones presidenciales de Bielorrusia ]

Tras ser elegido diputado, el antiguo responsable agrario fue puesto al frente de un comité anticorrupción , que le hizo ganar popularidad. Venció por primera vez en unas presidenciales en 1994 bajo la bandera de la unión con Rusia, con el objetivo declarado de restablecer algo parecido a lo que fue la URSS , propósito que sigue aún pendiente.

Nada más llegar al poder, Lukashenko restableció la vieja bandera de la Bielorrusia soviética y muchos otros símbolos e instituciones del antiguo régimen. Pero se topó con la oposición frontal de un sector del Parlamento que cobraba adeptos y amenazaba con alcanzar la mayoría. En 1996, el presidente bielorruso decidió convocar un referéndum constitucional, sin contar con la autorización de la Cámara, con la intención de reforzar sus poderes e iniciar así el camino hacía la destrucción de sus opositores. La situación llegó a recordar el pulso que enfrentó al presidente ruso, Borís Yeltsin , con los legisladores, en 1993, y que acabó con el sangriento bombardeo de la llamada Casa Blanca (el entonces Parlamento ruso).

Rusia medió en aquel conflicto, pero a favor de Lukashenko, quien al final logró salirse con la suya y modificar la Constitución a su antojo. Consiguió convertir el Parlamento en un apéndice de su poder personal y actuó con brutal crueldad contra quienes, en la clandestinidad y con la ayuda de Occidente, intentaban conspirar contra él. Su última vuelta de tuerca para perpetuarse en el poder fue el referéndum celebrado en octubre de 2004, con el que logró eliminar la limitación de mandatos presidenciales. Desde aquel momento dirige la república con mayor dureza si cabe.

Le copia muchas cosas al presidente Vladímir Putin , con quien ahora las relaciones se han tensado por negarse a crear la unión ruso-bielorrusa y por detener en Minsk a 33 mercenarios del grupo privado Wagner. Por ejemplo, jugar al hockey sobre hielo. Pero le gustan los uniformes más que a Putin y se los pone a la primera oportunidad que se le presenta.

«Es mejor ser un dictador que gay»

Se jacta de ser un machista. A su rival en las elecciones del domingo, Svetlana Tijanóvskaya , la insultó llamándola «pobre chica». Dijo que «no sabe ni donde está (...) es muy poquita cosa». También presume de ser homófobo . Una vez, acorralado por la UE por su excesivo autoritarismo, le dijo a Guido Westerwelle, siendo ministro de Exteriores y tras reconocer públicamente su homosexualidad, que «es mejor ser un dictador que gay». Westerwelle, ya fallecido, afirmó entonces, al igual que Bush, que efectivamente Lukashenko era «el último dictador de Europa».

El presidente bielorruso niega abiertamente la gravedad de la Covid-19 y aseguró el mes pasado que, tras contraer el coronavirus, pasó la enfermedad como si tal cosa. Para superarla aconseja «trabajar duro en el campo, tomar una sauna y un poco de vodka». Pero sus lances y excentricidades de déspota ya no hacen gracia a casi nadie.

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