Lorenzetti, «El señor de la Corte» argentina da un paso al costado
Carlos Rosenkrantz será a partir del 1 de octubre el presidente de la Corte Suprema
Victoria relativa, pero victoria. Esa es la sensación del Gobierno de Mauricio Macri , tras lograr la dimisión del polémico presidente de la Corte Suprema , Ricardo Lorenzetti. A partir del 1 de octubre, será Carlos Rosenkrantz, actual magistrado de la máxima instancia judicial, su titular.
Lorenzetti se va pero se queda. El juez que decidió la última década, qué, cuándo y cómo se ponían sobre la mesa las causas que estaban en lista de espera, se despide del trono de la Corte pero conservará una silla como magistrado . Lo hará como uno más, su voto no podrá inclinar la balanza, ni las causas estar sometidas, según sus críticos, «a tarifa». Tampoco podrá meter mano en el presupuesto del Poder Judicial ni volver a publicar una sentencia como arma arrojadiza contra el Gobierno. Esto fue lo que el Ejecutivo de Macri interpretó cuando, un par de semanas antes de su investidura, publicó un fallo que obligó al Estado (después de 20 años de disputa) a asumir una deuda de 45 mil millones de pesos (unos cuatro mil quinientos millones de dólares de la fecha).
Lorenzetti (de 62 años), presionado por su propia historia, las denuncias del libro «El señor de la Corte», de Natalia Aguiar, y el azote sin descanso de la diputada oficialista Elisa Carrió , negoció su permanencia en una segunda fila de la Corte que le garantiza todavía inmunidad y cierto grado de la poder.
Designado por Néstor Kirchner en el 2007, en un amago de ofrecer una imagen limpia de una institución que arrastraba un pasado de corrupción sin tapujo s y sometimiento al poder de turno, Lorenzetti se supo adaptar a los nuevos tiempos y dar un paso atrás cuando el kirchnerismo, con sus manotazos de ahogado, amenazaba con poder en riesgo la democracia.
Con ambiciones políticas, su carrera a la Presidencia del Gobierno (nunca confesada) quedó truncada al destaparse un pasado de negocios de dudosa trasparencia y un presente, como magistrado, bajo sospecha. Jurista de gran formación e intelectualmente brillante, la oratoria de «El señor de la Corte», título del libro que destapó el rostro más oscuro del magistrado, resulta difícil de superar. Hábil con el poder entre bambalinas su resignación a la Presidencia de la Corte también se puede leer como una victoria a medias. A fin de cuentas, se va pero se queda.
Su sucesor, Carlos Rosenkrantz , de 59 años, es un jurista y académico de reconocido prestigio nacional e internacional. Fue asesor del expresidente de la UCR (Unión Cívica Radical), Raúl Alfonsín, trabajó en un despacho de abogados que defendió al grupo Clarín y abogó para que la Comunidad Homosexual Argentina lograse personalidad jurídica, en contra de la opinión de la Corte.
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