Londres y Bruselas llegan a un acuerdo sobre la frontera norirlandesa
May tiene primero que lidiar con un gabinete que ya le ha mostrado en varias ocasiones que no está contento con la propuesta
Parece que el gran avance que se venía cociendo en los últimos días se ha hecho realidad y Reino Unido y la Unión Europea han llegado a un acuerdo, al menos a nivel técnico, sobre el Brexit. Todos los ministros británicos eran citados ayer por la tarde de forma individual en el 10 de Downing Street, la residencia de su jefa la primera ministra Theresa May. El objetivo de esta sorpresiva reunión era darles a conocer el borrador del acuerdo y convencerles para que lo apoyasen.
El texto, que tendría alrededor de 500 páginas y que pudieron consultar, pero no llevar ninguna copia a casa, tendría ya la solución sobre el principal problema que desde hace muchos meses impide un pacto para una salida ordenada del Reino Unido de la UE: la frontera de Irlanda . Al fin se habría conseguido llegar a un acuerdo sobre la llamada «salvaguarda» y sobre cómo evitar el problema, el más espinoso de la negociación y que había hecho encallar las conversaciones en varias ocasiones y que se trataría de evitar una «frontera dura» (una barrera física» entre el Ulster e Irlanda, país perteneciente a la UE).
Hasta el momento no se ha dado a conocer el contenido del borrador, que será revelado, con total seguridad, en los próximos días. La primera ministra necesitará el apoyo de su Gobierno y ha convocado para hoy a las dos de la tarde (hora británica) un gabinete de emergencia en el que su Ejecutivo debería respaldar formalmente el acuerdo y comenzar así el trámite burocrático para llevar cuanto antes el texto al Parlamento británico, donde Theresa May puede tener muchos problemas para conseguir su aprobación.
Pero este paso, por muy tortuoso que parezca, aún queda lejos en el tiempo. May tiene primero que lidiar con un gabinete que ya le ha mostrado en varias ocasiones que no está contento con la propuesta y siempre con la amenaza de dimisiones encima de la mesa. Con la división que existe en el seno del Gobierno se podrían celebrar, incluso, dos reuniones. Una en la que May presentase oficialmente, con todos reunidos, el acuerdo y otra en el que se decidiese ya si aprobarlo o rechazarlo, después de una discusión interna.
La esperanza de May es que los más críticos, se calcula que entre cuatro y diez ministros podrían incluso plantarse ante el texto, se traguen sus palabras y lo acepten ante la perspectiva de que si no se llega a un acuerdo las consecuencias podrían ser catastróficas para el Reino Unido .
Sin embargo, el principal problema va a estar en los puntos técnicos sobre esa «salvaguarda» de la frontera irlandesa. Si, como se ha venido hablando estos días, el mecanismo firmado por May deja a Irlanda del Norte dentro de la Unión Aduanera y no a todo Reino Unido, o si el país permaneciese en la Unión Aduanera durante un tiempo ilimitado (como pide Bruselas para no poner en peligro la libertad de tránsito de mercancias y persona), varios de esos ministros podrían, incluso, abandonar el barco , presentar su dimisión y dejar aún más tocada a May.
Mucho marketing
La primera ministra necesita cuanto antes poner en marcha la maquinaria de marketing que ha venido preparando el Gobierno para «vender» el acuerdo. Si finalmente consigue el respaldo de su gabinete, algo que aún no está del todo claro, se dejaría vía libre para que el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, convoque una cumbre extraordinaria de los 27 países miembro antes de finales de este mes de noviembre, fecha tope que ambas partes se habían dado y que parecía abocada al fracaso, para la aprobación del acuerdo.
La fumata blanca llega horas después de que el viceprimer ministro británico, David Lidington, asegurase que estaban «a poca distancia» de alcanzar un acuerdo y que era posible que se concretase en unas 48 horas. Eso sí, Lidington aseguraba que aún había «varias cuestiones que solucionar».
Si bien el acuerdo parece firmado a nivel técnico, aún quedarían asuntos sin resolver y en Bruselas aún no tienen la seguridad de que todo esté atado y bien atado. Un portavoz del Gobierno irlandés echaba un jarro de agua fría sobre la noticia al asegurar que «las negociaciones entre la UE y el Reino Unido sobre un acuerdo de retirada están en curso y no han concluido. Los negociadores siguen trabajando y hay una serie de cuestiones pendientes. No vamos a comentar más sobre las filtraciones en los medios» aseguraba.
Un acuerdo que dejaría aún más enfadados a los «brexiters» recalcitrantes como Boris Johnson, que apenas unos minutos después de conocerse la noticia aseguraba que el texto era «una crónica de una muerte anunciada» y que el pacto es «inaceptable» ya que, con este texto, según Johnson, Reino Unido se convertiría en un «Estado vasallo» de la UE. « ¿Voy a votar en contra? La respuesta es sí» aseguraba el exministro de Exteriores británico. No sería el único ya que, decenas de diputados conservadores, tanto euroescépticos como partidarios de la permanencia, ya han adelantado que no darán su brazo a torcer y que se opondrán al acuerdo cuando el texto sea sometido a un «voto significativo» en el Parlamento. Esta nueva batalla para May, si todo sale bien hoy, podría tener lugar antes de Navidades.
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