Londres se prepara para un Brexit radical y sin acuerdo con la UE

Los británicos que residan en la UE tendrían trabas para cobrar sus pensiones y pagarían el IVA por adelantado en el comercio con la UE

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El Gobierno británico hizo público ayer un informe con las primeras indicaciones para que las empresas y ciudadanos se preparen ante la eventualidad de una salida sin acuerdo de la UE. Las medidas pretenden ser «prácticas y proporcionadas», según el ministro para el Brexit, Dominic Raab, aunque incluyen también advertencias sobre algunos de los efectos claramente negativos que inevitablemente se producirán en la vida cotidiana de los ciudadanos británicos. Se anticipan, por ejemplo, problemas con las tarjetas de crédito o con los productos de importación y muchas otras cosas que complicarán la vida de las personas y las empresas. La sensación empieza a ser tan inquietante para algunos que el ministro tuvo que desmentir que hubiera planes para desplegar el ejército para distribuir comida ante la posibilidad de que se produjesen episodios de penurias de ciertos productos.

Lo cierto es que desde Bruselas esta propuesta se puede ver como un intento de trasladar a la Comisión Europea la responsabilidad de las consecuencias de una eventual falta de acuerdo en las negociaciones de salida. El negociador europeo, Michel Barnier, ha advertido claramente en varias ocasiones de que las líneas rojas que plantea la UE en cuanto a las fórmulas de la futura relación son inamovibles y que cada una de las diferentes opciones, desde la ruptura total hasta modelos como el noruego o el suizo o incluso el turco tienen diferentes consecuencias directas sobre la vida de los ciudadanos de ambas partes. Y también que los más perjudicados por ese Brexit llamado «duro» serían los propios británicos.

Los 25 documentos técnicos que divulgó ayer el Gobierno de Theresa May pretenden proporcionar unas instrucciones someras para intentar mitigar las consecuencias de una ausencia de acuerdo dada la incertidumbre en negociaciones entre Londres y Bruselas. El principal problema empieza a ser ya el calendario, porque es necesario que haya un acuerdo concreto sobre las modalidades de «retirada ordenada» antes de octubre, para que ese tratado pueda ser ratificado por todos los parlamentos nacionales y esté en vigor en el momento en el que se producirá la ineluctable salida del Reino Unido de la UE el 29 de marzo de 2019. Raab ha explicado que para el Gobierno de Londres la principal meta es alcanzar un acuerdo, pero «debemos estar preparados para considerar una alternativa» que sería la desconexión radical». Nuestro objetivo general es facilitar un funcionamiento continuado de los negocios, el transporte, la infraestructura, la investigación, los programas de ayuda y flujos de financiación. En algunos casos, eso podría significar adoptar medidas unilaterales para mantener tanta continuidad como sea posible en el corto plazo, en caso de que no haya acuerdo, independientemente de si la UE decide hacer lo mismo».

Sin licencia para volar

En caso de que se llegase a ese punto de ausencia de acuerdo, las consecuencias que prevé Bruselas serían bastante peores que las que ha anticipado el informe británico. La primera sería que todos los aviones comerciales dejarían de tener licencia para volar en el espacio europeo y viceversa. Que las transferencias financieras dejarían de ser automáticas y que todos los acuerdos comerciales con países terceros ya no beneficiarían a los operadores británicos. Hasta las mascotas volverían a los periodos de cuarentena para desplazarse dentro de Europa. Las centrales nucleares tampoco podrían importar material radioactivo para su funcionamiento, puesto que la industria está agrupada entorno a uno de los tratados principales de la UE, EURATOM.

El ministro Raab, sin embargo, ha trazado un informe menos dramático, dando a entender que se trataría sobre todo de inconvenientes temporales, y que en cualquier caso, Londres está dispuesto a mantener las puertas abiertas a la aplicación unilateral de la legislación europea durante un tiempo.

De todos modos, los escenarios más plausibles no son lo que conducen a ese escenario de ruptura total. En el fondo, aparte de problemas específicos y muy difíciles de resolver como la cuestión de la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, todo se reduce a la cuestión absurda de pretender construir «las mejores relaciones posibles» con la UE, cuando de lo que se trata es de abandonar el club. De hecho, del problema del dinero, que era lo que monopolizaba las discusiones de los partidarios del Brexit, ya ni se habla.

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