Las encuestas dan la victoria al progresista Moon en las elecciones de Corea del Sur
El electorado se moviliza en masa para reclamar un cambio tras la destitución por corrupción de la presidenta Park Geun-hye
Tal y como se preveía, el progresista Moon Jae-in se perfila como el ganador de las elecciones presidenciales en Corea del Sur. Tras el cierre de los colegios electorales, las encuestas a pie de urna le otorgan al candidato del Partido Democrático el 41,4% de los votos , según las tres principales televisiones del país, MBC, KBS y SBS. En segundo lugar se sitúa Hong Joon-pyo, candidato del conservador Partido Democrático, con el 23,3%. Le sigue el liberal de centro-izquierda Ahn Cheol-soo, del Partido Popular, con el 21,8%, y luego aparecen a mucha distancia los otros doce aspirantes que concurrían a estos comicios.
Enfadados por la corrupción
Harta de la corrupción que tumbó a la anterior presidenta, Park Geun-hye , la sociedad surcoreana se ha movilizado en masa en las elecciones de este martes. A tenor de los índices de participación difundidos durante todo el día, que superaban el 75 por ciento a las siete de la tarde (mediodía, hora peninsular española), se espera una cifra final por encima del 80%, la más alta en dos décadas.
«Estamos muy enfadados por la corrupción en Corea del Sur y queremos un cambio», explicaba a ABC Jung Min, funcionario jubilado de 63 años, al salir de votar en el centro cívico de Myeong-dong, en el centro de Seúl. Junto a su esposa, Choi Jung-in, había depositado la papeleta del candidato Moon Jae-in, el gran favorito en estos comicios. Presentándose por el progresista Partido Democrático, Moon ha capitalizado electoralmente la indignación que provocó el escándalo de tráfico de influencias de la «Rasputina» , la íntima amiga de la presidenta Park que vendía favores políticos a cambio de sobornos millonarios. «He votado a Moon porque hay que cambiar el régimen del partido conservador, que ha cometido muchos errores», argumentaba Jung Min.
Para él, la corrupción había sido el motivo de más peso en su decisión, muy por encima de la tensión militar con Corea del Norte o la ralentización de la economía. «Aunque la situación con el régimen de Pyongyang es muy seria ahora, llevamos ya mucho tiempo así», aseguraba este funcionario retirado, quien también veía «signos de recuperación económica por el aumento de las exportaciones pese a que la clase media se está reduciendo, igual que en otros países desarrollados».
Con una participación masiva pese a la lluvia que ha caído de forma intermitente en Seúl durante todo el día, la jornada electoral ha transcurrido con normalidad en medio de un ambiente casi festivo. Con el fin de animar a los votantes, a las puertas de los colegios se habían colocado carteles para hacerse fotos y en los móviles se recibían llamadas automáticas de los candidatos pidiendo la confianza del público. Por toda la ciudad, los carteles con las fotos de los quince candidatos colgaban de las farolas con sus respectivos números para no confundir al electorado.
Escudo antimisiles
Sonrientes, An Young-a y Moon Soonha, quienes regentan un bar en el centro de Seúl, alzaban el pulgar cuando se les preguntaba por quién había votado. Así indicaban su preferencia por el número 1, Moon Jae-in. «Confío en su personalidad y, además, es compañero del presidente Roh Moo-hyun, quien gobernó entre 2003 y 2008», señalaba An Young-a, de 36 años. Para ella, la destitución por corrupción de la presidenta y su posterior arresto no había supuesto ninguna sorpresa porque «es la hija del dictador Park Chung-hee y ha acabado haciendo lo mismo que su padre». Muy crítica con su gestión, se enorgullecía de las multitudinarias manifestaciones con un millón de personas que tomaron las calles en invierno para exigir su dimisión, una movilización popular que ha continuado en esta jornada electoral. Pero An Young-a también matizaba que «el candidato conservador, Hong Joon-pyo , tiene un apoyo del 20 por ciento y es posible que el progresista Moon no pueda cambiar nada ni siquiera aunque gane». A pesar de la gravedad de los cargos que pesan contra la expresidenta Park, que podría ser condenada a diez años de cárcel, esta votante dudaba de que acabara finalmente entre rejas y recordaba las amnistías a algunos presidentes de “chaebols” (corporaciones industriales) sentenciados por corrupción en el pasado.
Desplegado ya en el centro del país para protegerse de las amenazas de Corea del Norte, los votantes daban como un hecho consumado el escudo antimisiles de Estados Unidos y no veían probable que Moon pudiera retirarlo si finalmente gana. El candidato progresista ha prometido revisar la instalación del THAAD (como se conoce por sus siglas en inglés) porque fue una decisión unilateral de la presidenta Park, pero pocos creen que pueda contrariar a Washington rechazándolo.
Intentando superar el nefasto legado de Park Geun-hye, Corea del Sur abre una nueva etapa de su historia democrática con esperanzas de cambio.
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