Kirchner, una presidenta «bipolar» con fuertes dosis de narcisismo

El balance de los ocho años de Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tiene aristas difíciles de situar en la gestión política y económica. La conducta de la quien fuera la primera mujer presidenta en alcanzar el poder en las urnas ha sido motivo de análisis de especialistas, más próximos a la medicina y a la psicología que a la aritmética, a la ciencia política o la administración del Estado.

El último libro de Nelson Castro, «Secreto de Estado, la verdad sobre la salud de Cristina Fernández de Kirchner» , es una prueba de ello. En éste, su autor, médico y periodista, describe que la líder peronista «es bipolar, tiene atrofia del lóbulo frontal bilateral, padece el síndrome de Hubris y el de Moria ». Traducido a lenguaje doméstico, se trata de «trastornos neurológicos, de orden psiquiátrico y de conducta importantes», con fuertes dosis «narcisistas» , «intervenciones fuera de contexto» e «incapacidad para reconocer la realidad y para escuchar al otro». Dicho esto, tanto si Fernández está en su sano juicio como si éste es variable, nadie duda de que la ex presidenta «es y siempre fue consciente y responsable de sus decisiones» matiza Castro.

En este escenario, hay episodios, a caballo entre lo cómico, lo trágico y lo ridículo, difíciles de olvidar para ella, los argentinos y el mundo. Su defensa de la carne de cerdo y las virtudes de tan sabroso mamífero es una de ellas. «La ingesta de cerdo mejora la actividad sexual. No es un dato menor. Además, yo estimo que es mucho más gratificante comerse un cerdito a la parrilla que tomar viagra. Así que les comento que yo soy fanática de la carne de cerdo», proclamó sin rubor en un acto frente a productores porcinos.

Durante su visita oficial a China , Fernández se preguntó en Twitter, «¿Hay más de mil asistentes al evento? ¿Serán todos de «La Cámpola» (sic) y vinieron sólo por el aloz (sic) y el petlóleo? (sic)”» La gracia de reemplazar las erres por eles de La Cámpora (organización política ultra kirchnerista) , el arroz y el petróleo, no parecieron caer muy bien en China pero mucho menos en Argentina. El comentario aludía indirectamente a expresiones utilizadas por el fiscal Alberto Nisman en su auto de procesamiento a la presidenta para justificar que ella era responsable de una organización criminal con el fin de encubrir a los iraníes, presuntos autores del atentado a la AMIA, a cambio de los productos mencionados. El cuerpo de Nisman había aparecido con un bala en la cabeza semanas antes. Hasta hoy no se sabe si fue un suicidio o un asesinato.

Otra de las ocurrencias habituales de la ex presidenta tenían como referencía el más allá y la figura de Néstor Kirchner, Cuando presentó a Amado Boudou como su candidato a vicepresidente advirtió una corriente de aire a sus espaldas y dijo sin pestañear, «Es él» (Néstor Kirchner). Hace un par de meses volvió con esa idea, « Él está arriba, con el Arsat-1 y el Arsat-2 (satélites argentinos) . Él está ahí, como una suerte de barrilete (cometa) cósmico».

Sus referencias o descripciones personales contienen menciones como identificarse con «una arquitecta egipcia» o sentirse «Khaleesi», la madre de los dragones en Juego de Tronos . También, una particular lectura de cómo funciona su cerebro: «Lamento, podría parecerme a Einstein pero no soy bipolar».

El tema de la salud también era recurrente aunque sus apreciaciones, en ocasiones, fueran algo folclóricas. Para ella la diabetes era «una enfermedad de gente de alto poder adquisitivo porque son sedentarios, porque comen mucho», dijo ante el espanto del colegio de médicos que emitió un comunicado de protesta. Otra de sus debilidades es introducir anglicismo en la conversación, tanto en las redes sociales como en sus discursos. «Sorry», «always», «Oh my God» o «made in Argentina» se repiten.